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Mostrando las entradas de noviembre, 2018

El aroma de la coca

(Para Silvia) El día trae las angustias de siempre y es hora de recurrir a lo esencial. Rezo junto a mis hojitas sagradas, esperando el afecto celestial. Yo aquí y tú allá mi señora, interrumpidos por la distancia, y esta misteriosa hallpa solo trae tu aroma, como si no fuera suficiente tu ausencia. ¿Cómo es que estás aquí mi amor? Si constantemente reclamas el verde de mis dientes, mi aliento a tierra, mi risa incompleta, mi parco interés, mi solución teórica, mi prisa inerte… Date cuenta, por favor date cuenta, que mi vicio no son estas amargas hojas, si no tu delicioso aroma.

Territorio y poder en la selva

La selva siempre ha sido un territorio en disputa. Desde el bichito ultra cuántico hasta el animal más corpulento, todos los seres en pugna siempre manifestaron una forma de poder, sea de dominación, adaptación, mimetismo, cooperación o sacrificio. Sin embargo, a pesar de tanta fricción, siempre hubo un acuerdo implícito entre las partes: que el sistema debía prevalecer por sobre la especie. O sea que sin importar la implicancia de ese poder, todo declinaba en la supremacía y la continuidad de la Naturaleza, quiero decir del Orbe. Es así que la selva debía seguir reproduciéndose, reconfigurándose, revelándose en forma abundante, extensa e intemporal.  Sin embargo, para que este acuerdo funcione, en las profundidades del origen se cinceló un requisito: vivir con lo imprescindible y compartir con abundancia, eso que hoy llamamos equilibrio.  El gran aporte del hombre moderno ha sido romper ese acuerdo y tergiversar el requisito, poniendo la elegante excusa del bienestar y el desarrollo.