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Mostrando las entradas con la etiqueta Navidad

Yo no te diré

  Yo no te diré feliz cumpleaños. Yo no te diré feliz aniversario. Yo no te diré feliz navidad. Yo no te diré feliz año nuevo. Ya ni siquiera tengo ganas de abrazarte de pecho a pecho, fuerte, y mirarte con ojos claros y probos, ya no.  Estoy harto de fingir una fiesta, unas bombardas estrepitosas y unas compras compulsivas, y una cena descarada (una cosa es la desmesura y otra la abundancia, eso me queda claro). Estoy harto de fingir riquezas y viajes en el face para decir que estoy feliz, que la paso mejor que tú (¿Cómo podría abrazarte sinceramente siendo así? No, no puedo; ya estoy harto). Ya estoy harto de ver tus manos cobrizas y arrugadas, sentada o de rodillas, con el rostro arrepentido, suplicante y a la vez exigente, como si yo, “el pelucón”, fuera la solución a tu ¿pobreza? (¡Saca tus manos, dame paso, no soy mercancía!). Estoy cansado de ver indígenas mendigos, clasemedieros piruetas en los semáforos y ricos fanfarrones (¡Cómo podría llamar a esto fiesta! ¡Cómo pod...

El Abrazo Original (regalo de Navidad)

Papá y mamá conversaban acongojados qué iban a regalar a sus hijos esta navidad. La buenaventura les daba la posibilidad de comprar el deseo más costoso, pero el dinero no era el problema, sino el regalo. Cuanto más grande y caro el juguete, con el tiempo resultaba más insustancial e inservible para sus hijos. Sí, los juguetes eran ostentosos, modernos; hacían miles de cosas con solo tocarlos. Pero a medida que agotaban sus funciones, la monotonía de los aparatos hacía juego con la ausencia de los padres en el hogar. Por eso no había juguete perfecto, ni caro ni barato, ni grande ni pequeño, ni simbólico ni ostentoso. Para estos hijos faltos de padres solo había juguetes inservibles, bamba. Luego de pensar mucho, los padres idearon el mejor regalo que haya producido la navidad. En la noche del 24, mamá anunció el obsequio más maravilloso. La emoción era inusitada… ¡No había regalos en el árbol! De pronto entró papá vestido de robot, caminando en cámara lenta, haciendo un sonido de tuer...

Juguetes de navidad

Surgió esa pregunta como si se iniciara una de esas grandes discusiones filosóficas: "¿Papis, por qué esa niña tiene tantos juguetes y nosotras no?". Más que pregunta, era una carencia insustancial mal disfrazada de reclamo. Y ahora que la Navidad toca los bolsillos, la respuesta, mejor dicho la incrédula justificación hecha respuesta, no tiene cómo salir.  Mala es la suerte de aquellos padres que con todo el amor tienen poco dinero para satisfacer la demanda. Pero el viento susurra y la providencia sobrecoge, así que hijas mías escuchen esto: “Una niña no es feliz por la cantidad de juguetes que tiene, sino por la cantidad de sentimientos que comparte con las personas que ama”.  Como dije, parecía una de esas grandes discusiones filosóficas, pero el rostro ceñido de las niñas no quería chamullo. Así que mi esposa y yo, claro está, terminaremos comprando los juguetes, los baratos, y luego compartiremos la sonrisa de las niñas, porque amor les sobra a ellas aunque no tenga...

La mesa dulce en Navidad

"Taytacha Noel" de Lissette Vera La mesa tiene un pancito dulce que jugando se disfrazó de rico panetón. Travieso, se escapa de nosotros riendo como duende, todos lo perseguimos tratando de mordisquearlo de a pocos. Mamá nos llama la atención. Papá nos cuenta cómo nació el niño del pesebre. Somos tantos hermanitos, ¿Cómo puedes mamá tenernos a todos con la panza llena? ¿Cómo puedes papá mantenernos el corazón alegre? Esta noche no hay carencias ¡¿Cómo así?! ¡¿Qué magia es esta?!... Diosito mío, te pido por favor que los mejores regalos sean de quien me los quiera dar. Nuestra mesa solo acoge palabras dulces y el azúcar sabe mejor hoy que en los días de desilusión. Mis padres guardan su orgullo para que se lo lleve Papa Noel con sus regalos, por eso esta noche la inocencia está protegida para siempre y el niñito del pesebre nos sonríe. ¡Gracias papitos por todo su amor, porque eso mismo obsequiaré a mis retoños!