Va el recuento sensible de una conversación que tuve con una joven mujer del pueblo indígena arakbut, de la familia lingüística Harakbut. Bueno, no fue una conversación en el sentido occidental, fue, más bien, una especie de lucha de palabras, pareceres y actitudes. Fue un despliegue “amigable” de armaduras y pechadas. No murió nadies , a penas algunos pedacitos del alma que tuvieron que reconfigurarse. En fin, los temas del día fueron la minería aluvial, la brujería y las “sendas visionarias” de la Ayahuasca. Ayer vino a casa KQ. Lamentablemente, no puedo decir su nombre completo, porque ella me lo prohibió, ja, ja, ja. La describiré: es de tamaño medio, delgada, de piel clara (más bien sin broncear), de cabello lacio y marrón claro, labios delgados, ojos negros y largos (”china”, le dice la gente cercana a ella). Nariz respingada, pero no operada (creo). Cejas semi pobladas, más bien alargadas, retocadas. Rostro dulce, bonito y delgado según el ranking citadino. Tiene un lunar seduc...