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Mostrando las entradas con la etiqueta Deuda

Pobreza y reciprocidad

La pobreza material es una ilusión que nos hace creer que los desposeídos necesitan de los ricos para sobrevivir. Cuando esto pasa, nace el negocio del donante y del mendigo. El primero trata de lavar su conciencia mientras que el otro se convierte en un pedigüeño emprendedor. En este negocio la publicidad y el espectáculo no son ajenos. Como testigo, afirmo que enhorabuena descendieron a esta tierra las enseñanzas del cosmos superior. Allá no son los ricos que regalan a los pobres ni los pobres se arrodillan ante los ricos, sino que los dones se intercambian solo para que la energía siga fluyendo entre los seres vivos, y nada más. Allá, y como algunas veces he visto pasar acá, las cosas se dan sin esperar que regresen (caridad), sin fijarse en el aspecto del otro (irreflexivo), sin escoger lo que tenemos que dar (desprendimiento), sin cálculo de inversión (desinterés), sin decir luego que se ha dado (anonimato), y sin traducir la cantidad y la calidad de lo donado (sin eufemismos). Y ...

El eterno deudor

“¿Cuánto es? ¿Cuánto te debo?” Son preguntas constantes. “Tu voluntad”, es una respuesta que para algunos resulta complicada, incómoda e incrédula, como estas que siempre uso: págame con lo que quieras, cuándo quieras, cuánto quieras y cuántas veces quieras.  Pero ahora, en este momento en que sostengo solo con plegarias lo que soy y lo que está bajo mi responsabilidad, en este momento en que me siento colmado por la Voluntad Divina que es tu propia voluntad, en este momento en que las carencias no logran tentar mis principios ni mi dignidad, en este preciso momento, ahora mismo, abandono la postura del incansable cobrador para asumir la del eterno deudor.  Estoy en deuda contigo –como con Él- y la única forma que tengo para pagarte es cumpliendo mi Propósito y compartiendo mi Esencia.

Economía de la Providencia

Hoy no tengo dinero en mi bolsillo ni en ninguna otra parte, pero pagaré todas las deudas que he adquirido y todas las cosas que he comprado, porque la Providencia, alimentada por el incesante e interminable flujo de la Reciprocidad, y esta por el movimiento del Universo, y este por la Voluntad Divina, y esta por la Fe que mantenemos, y esta a su vez por la manifestación de la Providencia, está aquí y ahora que no tengo dinero en el bolsillo ni en ninguna otra parte. Por ello asumiré todas las deudas que he adquirido y todas las cosas que he comprado bajo el edicto de estas Tres Leyes: Pagaré lo recibido mucho antes, antes, durante, después o mucho después de haberlo recibido. Pagaré con lo que sea que desee pagar: dinero, metales preciados, bienes, servicios, favores, consejos, buenos deseos, plegarias, etc. Pagaré la cantidad y el monto que quiera, y cuantas veces quiera. Desde ahora pagaré mis cuentas con toda la riqueza que produce mi Propósito. Desde ahora trabajaré por d...