Cuando llegó, recién nacida, era un mamotreto. Flaca, pálida y con tubos por todas partes, incluso sangraba por la boca. La cuidamos, la mimamos, a ella y a su madre, Carla, una sonriente joven de veinte y algo años de edad. Heyli, estuvo en el hospital un par de meses. Luego, le dieron de alta. Su diagnóstico, o mejor dicho sus diagnósticos, fueron: anemia, seudo artrosis y displasia de caderas. La trataron, desde luego. Incluso la operaron, pero antes le pusieron un arnés ridículo; Heyli parecía un pericote amarrado con tiras de cuero. Luego de la operación, le enyesaron las caderas, para que no se mueva, ya que el arnés no había funcionado. Carla y Heyli, estuvieron en Cusco nueve meses. Hicimos lo posible por brindarles un lugar dónde dormir (en la casa COMARU), dónde comer (en el CRIAR), dónde estar acompañadas por paisanas matsigenka, dónde acudir cuando se requería pañales, pañitos húmedos, víveres, pasajes, frutas y el antojito del pollo a la brasa. Gilber, el jefe d...