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Mostrando las entradas con la etiqueta sharanahua

Ruta y sucesos de Cusco al Bajo Urubamba

De Cusco a Quillabamba Hoy es sábado 09 de diciembre de 2023. Salimos con Humberto desde el Cusco hacia Quillabamba. Viajamos, como el martes pasado, en la misma empresa de transportes, K'intu, porque es la única que te da factura, tiene espacio para los bultos (es un bus de 30 pasajeros) y aguanta a los adultos mayores y discapacitados, como Humberto, en este caso. Bueno, salidos puntuales, a las 10:00 am. En unas horas paramos en Phiry, en las faldas del gigante o de los grandes cerros que atraviesan el abra Málaga. Allí, el chofer se regodea como rey con las atenciones de las dueñas de la parada, quienes le dan comida y bebida como si atendieran al hijo que no tuvieron. En unas horas, pasamos el abra Málaga, y a continuación el lugar donde el martes pasado nos quedamos varados cinco horas Humberto y yo, porque hubo derrumbe. Hoy, en cambio, pasamos felices, sin percances. El camino fue limpiado por las maquinarias de la Municipalidad Provincial de La Convención. Yo viajo leyendo...

Un viaje en busca de la identidad de un anciano sharanahua. A la memoria de Don Martín

Relato.- Don Martín era tan anciano como el tiempo. Creo que los niños y niñas, que ahora son jóvenes, siempre lo conocieron viejo, por eso le decían “chatá” o abuelo. Su aspecto era inusual: corvo pero fornido, lento pero incansable, pausado pero dulce. El caballero siempre fue para mí una incógnita, porque el color de su piel me alucinaba. Era blanco como un gringo, de canas plateadas y entrelazadas, ojos verdes sin duda, pero imperceptibles por la frondosidad de sus cejas rubias. Nariz gruesa, labios prominentes, rostro desgastado por el sol más que por el tiempo.  En cuanto me veía, siempre se acercaba para solicitarme algo. Una vez llegó raudo, esforzando su bastón al máximo, y me habló con ese dulce tono en falsete que usan los sharas para conversar con las personas a quienes estiman. Prácticamente me suplicaba, me pedía algo urgente. Mientras me hablaba, yo no terminaba de entender cómo un hombre blanco, un anciano gringo, era un shara convicto y confeso. Recuerdo que sentí ...