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Mostrando las entradas con la etiqueta emergencia

No se puede tapar el sol con un dedo

Crónica de un evento sanitario que tuvo lugar en un hospital de la ciudad del Cusco, y que involucra a los siguientes actores y actrices: a un galeno que pasa sus días misio y aburrido en una ciudad amazónica; a tres galenos, dos varones y una mujer, que laboran en un hospital citadino; a una persona adulta mayor de la selva, del pueblo asháninca, que hace de paciente; a la hija de ésta, adulta, castellano hablante, y que hace de mujer tímida; a un par de intérpretes matsigenka que traducen desde el teléfono celular; y, a mi persona, un entusiasta voluntario que apetece escribir anécdotas. En resumen, esta crónica, evidencia que algunos profesionales de la salud intentan meternos el dedo mientras que otros lo hacen, literalmente.  La solución es la clínica Mi compañero, en Quillabamba, me llama por teléfono y me dice que Yolanda, una mujer de 61 años de edad, de una comunidad nativa asháninca del Bajo Urubamba, ha llegado al hospital debido a constantes y fuertes dolores estomacal...

Fallece Heyli, de menos de un año

Cuando llegó, recién nacida, era un mamotreto. Flaca, pálida y con tubos por todas partes, incluso sangraba por la boca. La cuidamos, la mimamos, a ella y a su madre, Carla, una sonriente joven de veinte y algo años de edad.  Heyli, estuvo en el hospital un par de meses. Luego, le dieron de alta. Su diagnóstico, o mejor dicho sus diagnósticos, fueron: anemia, seudo artrosis y displasia de caderas. La trataron, desde luego. Incluso la operaron, pero antes le pusieron un arnés ridículo; Heyli parecía un pericote amarrado con tiras de cuero. Luego de la operación, le enyesaron las caderas, para que no se mueva, ya que el arnés no había funcionado.  Carla y Heyli, estuvieron en Cusco nueve meses. Hicimos lo posible por brindarles un lugar dónde dormir (en la casa COMARU), dónde comer (en el CRIAR), dónde estar acompañadas por paisanas matsigenka, dónde acudir cuando se requería pañales, pañitos húmedos, víveres, pasajes, frutas y el antojito del pollo a la brasa. Gilber, el jefe d...