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Mostrando las entradas con la etiqueta Señor de los Temblores

Kuraq Aqulleq

Recarga en la Catedral del Cusco A Juan Víctor Núñez del Prado Béjar  Frente a frente, estamos. Tú me miras desde arriba, ni tan arriba, ni tan abajo, lo justo para decirme con tu mocha que me quieres, lo justo para que me corrijas. Yo aquí, parado, abajo, en estas bancas donadas, levanto la mirada, levemente. Te miro y lloro Tayta de los Temblores. Tantos años, tantos tiempos y no termino de descifrarte; siempre hay detalles, siempre revelas pensamientos en mí. Pero hoy no, no quiero decir quién eres. Tu mirada me lo impide. ¡Perdóname! ¡Dame fuerza! Yo soy tú, somos uno, pero tú sigues allí arriba y yo, aquí abajo. Es nuestra dualidad.  Recorro esta Catedral, despacio, en silencio, cauto. No río ni lloro, solo estoy . El pasado no me sobrecoge. La altura no me atormenta. La oscuridad no me llama. Los claroscuros, me definen. Escucho el coro y mi respuesta es contundente: “en mi barca no hay oro ni espadas, tan solo redes y mi trabajo”. En cada pintura, que me recuerda a mis ...

Un milagrito más del Taytacha Temblores

Reflexión.-   No tengo idea desde qué año sale en procesión el Señor de los Temblores, nuestro Patrón Jurado. Sé que su primer encuentro con la población cusqueña fue cuando llegó desde Mollepata, a mediados del siglo XVI. Se trataba de un Cristo rústico, hecho con manos devotas más que artísticas. Los mollepatinos nos hicieron el cambiazo, ya que se quedaron con la imagen original, un regalo del Rey que venía de España. El milagro más conocido del Taytacha Temblores sucedió en 1650, cuando aplacó un terremoto. La gente lo sacó en procesión y suficiente, finito, todo se calmó. Esta escena me hizo recordar cuando Jesús, en medio de una tormenta marítima, dormía plácidamente. Sus discípulos lo despertaron asustados. Él calmó los mares con su potente voz y luego increpó a los suyos por la falta de fe. Fin de la tormenta (Mc 4, 35-41). El otro milagro, no tan conocido, sucedió en 1720, cuando una epidemia llamada "tabardillo" asolaba la ciudad. El contacto con las pulgas trajo fi...