“¿Cuánto es? ¿Cuánto te debo?” Son preguntas constantes. “Tu voluntad”, es una respuesta que para algunos resulta complicada, incómoda e incrédula, como estas que siempre uso: págame con lo que quieras, cuándo quieras, cuánto quieras y cuántas veces quieras. Pero ahora, en este momento en que sostengo solo con plegarias lo que soy y lo que está bajo mi responsabilidad, en este momento en que me siento colmado por la Voluntad Divina que es tu propia voluntad, en este momento en que las carencias no logran tentar mis principios ni mi dignidad, en este preciso momento, ahora mismo, abandono la postura del incansable cobrador para asumir la del eterno deudor. Estoy en deuda contigo –como con Él- y la única forma que tengo para pagarte es cumpliendo mi Propósito y compartiendo mi Esencia.