Reseña del libro “Ensayando identidades. Estado e indígenas en el Perú contemporáneo” (2021) de Ludwing Huber
Reseña.- |
¿Te das cuenta que el libro de Ludwing Huber da para reflexionar al respecto? Pero el tema no son los quiebres de mi identidad ni las del autor, sino cómo el Estado peruano -en sus múltiples niveles, intereses y “esquizofrenias”- construye la identidad indígena.
El autor considera que el Estado ha construido una identidad indígena esencialista (preferencia por “lo puro, lo no contaminado”), tradicionalista, petrificada, histórica, costumbrista y excluyente. Esta postura se refleja en la Ley de la Consulta Previa, en la Base de Datos de Pueblos Indígenas u Originarios del Ministerio de Cultura, en la experiencia de la etnia Cañari y en el Censo Nacional de 2017.
Así también, la identidad construida desde el monopolio conceptual y legalista del Estado, no coincide con la vitalidad, el eclecticismo, el dinamismo y la fluidez de la identidad de quienes llevan la etiqueta de “indígena”. Más aún, la gente indígena está obligada a reproducir esta definición ajena si quiere que sus demandas sean escuchadas.
El autor tiene un buen punto: el Estado peruano no solo condiciona “la forma de ser” de los pueblos indígenas, sino que también la direcciona. Así, el libro ayuda a comprender la lógica y las tensiones que hay detrás de un Estado burocrático y neoliberal al momento de concebir al sujeto indígena.
Pero hay un aspecto poco desarrollado que merece mayor atención: la influencia del movimiento indígena en la construcción de la indigeneidad estatal. Por ejemplo, me pregunto, con tantas mesas de diálogo y reuniones multisectoriales entre el Estado y las organizaciones indígenas ¿Qué influencia ha ejercido el movimiento indígena en la formulación del sujeto indígena estatal? Con movimiento indígena no sólo me refiero a las organizaciones indígenas, sino también a las organizaciones no gubernamentales indigenistas y al indigenismo académico y artístico que siempre labora en los distintos niveles de gobierno. Algo habrán tenido que ver en la construcción del sujeto indígena dentro del Estado.
Por otra parte, quiero plantear un asunto a propósito del caso de los kañarenses. La conclusión del autor es que la gente Cañari, bajo un contexto de explotación minera, asume gradualmente la identidad de “pueblo indígena” para buscar reconocimiento estatal y exigir sus derechos. Me llamó la atención el hecho de que la gente que no es parte de la dirigencia cañari tenga dificultades para desagregar el concepto de indígena y de concebirse como tal.
Esto me llevó a reflexionar sobre la forma en que la gente indígena del llano asume cada nomenclatura que se les impone desde instancias externas. Considero que la gente indígena amazónica, la que navega por el río, la que camina por el bosque, la que pisa la urbe de vez en cuando, acepta, rechaza o es indiferente a las categorías que nuestra era ha creado para nominarlas (indio/a, originario/a e indígena).
La gente del bosque y del río acepta, asume, replica y discursa la nueva nomenclatura (la de “indígena” por ejemplo) cuando evalúa y comprueba su utilidad para alcanzar objetivos. En el otro extremo, rechaza, reniega e increpa la categoría (la de “indio” por ejemplo) cuando comprueba que es sinónimo de burla, insulto y exclusión. En el punto medio de la balanza, está la gente -hablo de los PIACI- que es indiferente o simplemente desconoce la dimensión conceptual, ideológica, práctica y funcional de la nueva nomenclatura, pero que sin el mayor problema dejan que sus tutores/as (el Estado) la usen como mejor les parezca, siempre y cuando asegure su vida, integridad y libertad.
Así pues, considero que la gente del bosque y del río toma la parte viable, funcional, práctica, existencial y la continuidad que simboliza el concepto de “pueblo indígena”. La maestría de la gente del bosque y del río no está en desestructurar intelectualmente todo concepto que se les impone, sino en encontrarle, en base a la experiencia, su viabilidad, aplicabilidad y funcionalidad.
Una reflexión final. Hay un nuevo escenario político en el Perú. Las sombras del mito de Inkarri, al parecer, están tomando forma en el bicentenario de la Independencia. La frase poética “volveré y seré millones” ya no sólo se refleja en las masas de migrantes andinos, sino también en el gobierno. La categoría “campesino” y la retórica reivindicativa que la acompaña ha resucitado. El Estado neoliberal peruano, acostumbrado a controlar intentos progresistas, hoy alberga en su vientre un conservadurismo rural de izquierda con marcada tendencia clasista. ¿Esto cambiará la forma de concebir la indigeneidad? ¿Estamos frente a un gobierno que promueve la identidad esencialista o habrá apertura a la indigeneidad abierta, plural, contextual, ecléctica, práctica, funcional y superviviente? Veremos.
Reseña en ping pong:
Lo + chévere del libro:
- Marco teórico y conceptual relevante.
- Base empírica (trabajo de campo).
- Análisis prolífico.
- El texto induce a la reflexión.
- Aboga por una identidad indígena dinámica.
Lo no tan chévere:
- Utiliza conversaciones informales (más parecen personales) con ex viceministros/as para construir parte de su argumento en contra del propio Viceministerio de Interculturalidad. En cierta forma hace quedar mal a sus informantes.
- Preguntas complejas (¿capciosas?) realizadas a los/as cañaris para descubrir un supuesto o una sospecha. Refleja la prioridad del dato por sobre la persona.
- Muchas citas textuales y pies de página.
Influencias:
- Post estructuralismo.
- Teoría crítica.
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