Estoy atascado entre lo que quiero hacer y lo que debo hacer. Sé la respuesta. Debo abrigarte con ternura, mantenerte tibia. Sé cómo hacerlo. He aprendido. Debo mirarte pausado y detenerme, tocarte y apretujar. Debo disculparme, sereno, sin esconder la mirada. Es fácil cuando me acoges y solicitas. Debo sonreír a tu lado y no reír a tus espaldas. ¿Acaso predicas oscuridad para merecerla? Quién soy yo al final, sino la luz que has despertado. Debo, por lo tanto, empedrar tus pasos, pintar tus recuerdos, aplanar tus angustias, recrear tus sueños y… pagar tus cuentas.