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Mostrando las entradas de enero, 2025

Flojedad

Me está dando flojedad de leer todas las idioteces   de barrocos presumidos Se cierran mis ojos y mi mente decae junto a mis mocos Prefiero unas coquitas  con tocra y chamiro y un masatito nada presumido Prefiero la conversación amena y la sonrisa amiga de quien lleva una enorme barriga    O perderme en el diluvio  que trae a mi memoria las fiestas del mes de junio Gente querida  no escriban pensando que son Los Jueces porque les saldrán sandeces Mejor cuenten un chiste o hagan una broma al idiota de la Sorbona  Leer no tiene que ser un martirio porque conversar es sencillo como el canto de un grillo Sabe Dios que en la ocurrencia  está la decencia  de quien escribe con arte y ciencia  Escribe sencillo para el niño y para el que lee el bosque y el río

¡Talita cum! (La fe de un matsigenka)

“Y tomando a la niña por la mano, le dijo: Talita cum (que traducido significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!)” . Marcos 5:41 A continuación, relataré un episodio de la vida de un padre matsigenka, creyente evangélico, a quien llamaré Diosconnosotros. Él vive actualmente en una comunidad nativa del Bajo Urubamba, en un afluente del río Picha. Diosconnosotros convive con Ladelamiradasilenciosa, una mujer ashaninka. Dice que ella no habla castellano, aunque lo entiende, y lo he comprobado: se puede mantener una conversación elemental con algunas señas, pero la comunicación más profunda se da con la mirada. Ella posee una mirada transparente, acogedora, lírica. Es posible verla interiormente, y ella a ti, con facilidad. Diosconnosotros, en cambio, tiene una mirada desconfiada. Parece un matsigenka experimentado, que ya ha visto todas las artimañas que el chori —el extranjero— puede hacer con la palabra y la letra. Por eso desconfía. Más bien diría que tiene la “mirada de pendejo”, ja, j...

Yo no te diré

  Yo no te diré feliz cumpleaños. Yo no te diré feliz aniversario. Yo no te diré feliz navidad. Yo no te diré feliz año nuevo. Ya ni siquiera tengo ganas de abrazarte de pecho a pecho, fuerte, y mirarte con ojos claros y probos, ya no.  Estoy harto de fingir una fiesta, unas bombardas estrepitosas y unas compras compulsivas, y una cena descarada (una cosa es la desmesura y otra la abundancia, eso me queda claro). Estoy harto de fingir riquezas y viajes en el face para decir que estoy feliz, que la paso mejor que tú (¿Cómo podría abrazarte sinceramente siendo así? No, no puedo; ya estoy harto). Ya estoy harto de ver tus manos cobrizas y arrugadas, sentada o de rodillas, con el rostro arrepentido, suplicante y a la vez exigente, como si yo, “el pelucón”, fuera la solución a tu ¿pobreza? (¡Saca tus manos, dame paso, no soy mercancía!). Estoy cansado de ver indígenas mendigos, clasemedieros piruetas en los semáforos y ricos fanfarrones (¡Cómo podría llamar a esto fiesta! ¡Cómo pod...