En cuanto el gobierno peruano estableció el aislamiento social obligatorio debido al COVID-19, supe que era una oportunidad especial para avanzar con la Ayahuasca. Disfruté los primeros días de la pandemia por el silencio. No había carros ni el usual bullicio de la gente. Poco a poco, a medida que los días pasaban, el aroma del amanecer se parecía cada vez más al principio de los tiempos. Pero esa sensación no duró mucho, ya que “la nueva normalidad”, pronto volvió a su “normalidad”. De marzo a diciembre de 2020 dirigí seis sesiones de ayahuasca. No es el ritmo más óptimo, especialmente cuando pienso en quienes “han bebido la ayahuasca desde el vientre de su madre”. Me refiero a un grupo de la familia lingüística pano de la Amazonía suroriental del Perú, con quienes compartí el brebaje. Me consta que esta gente toma ayahuasca dos a tres veces por mes. La idea que me motivó a tomar ayahuasca durante la pandemia fue, como dije, avanzar en el propósito. De forma paralela, quería sabe...