Echarate |
Este lugar se ha hecho conocido en el Perú porque su municipalidad distrital recibe un sustancioso porcentaje del canon gasífero. ¡Grande Camisea!, dirían algunos. Pero hay una controversia que vale la pena deslindar para conocer sus contrastes: ¿Se escribe Echarate o Echarati? Según me ilustró el notable antropólogo Ramiro Samaniego, de la Dirección de Planificación y Presupuesto del Gobierno Regional de Cusco, Ramón Castilla creó cinco distritos: Echarati (así aparece en esa ley sin número del 02 de enero de 1857), Huayopata, Ocobamba, Vilcabamba y Challabamba. No estoy seguro, pero talvez el vocablo Echarati provenga de una voz matsiguenka quechuizada o catellanizada. Le cedo la posta a los lingüistas para que definan esto, mientras tanto solo quiero incidir que el poblado fue fundado con el nombre de Echarati, con "i" al final y no con "e", aunque algunas gestiones municipales de hoy en día han optado por escribir Echarate, y la verdad no tengo idea del porqué. Pero en fin, esta diferencia es simbólica desde mi punto de vista y nos puede decir mucho de la actual situación de este simpático poblado.
Echarate o Echarati es un pueblo de contrastes, como muchos de por aquí. Para mí es Echarati, un pueblo viejo, de esos antiguos y lejanos, pero al mismo tiempo es Echarate, un lugar en donde los modernizadores están ganando terreno. Echarati representa el pasado parsimonioso, al agricultor esforzado, mientras que Echarate al presente próspero, al burócrata empedernido.
El pueblito de Echarati ha cambiado, cierto, pero solo en forma. Sí, tiene calles asfaltadas, vegetación controlada, centros de recreación y tiene más población externa que local, pero guarda lo que no quiere olvidarse ni dejarse a la deriva.
Antes del amanecer, los lugareños dejan sus casitas de barro y calamina de siempre para ir a sus chacras, a las afueras del pueblo. Entonces Echarati muere. Pero de manera inesperada, entre las 7 y las 8 de la mañana, el pueblo revive cuando más de 600 tecno-burócratas venidos de fuera hacinan el local de la municipalidad distrital. Es cuando Echarate saca pecho.
Ahora todo tiene sentido: las calles y los edificios públicos son modernos, a la medida de los habitantes modernos, que son, básicamente, externos. Las casas de barro y sus patios-chacra son antiguas, a la medida de los habitantes antiguos, que son, básicamente, los que siempre estuvieron allí y los que estarán después de toda la fiebre del canon gasifero.
Así pues, contrastes son los que achacan a Echarate o Echarati. La riqueza económica sigue enriqueciendo a los advenedizos y a sus caprichos exóticos: los tecno-burócratas viven y reinan en una pequeña villa antigua y lejana simulando ser una ciudad universal, primer mundista y cosmopolita. Al parecer, aquéllos viven los excesos que nunca tuvieron en los lugares de donde fueron desplazados, mientras que la población local trata de acogerlos y aprovechar lo que chorrea de sus bolsillos burocráticos, abriendo tienditas de abarrotes, restaurantes, hotelitos y uno que otro negocio ambulante. Uno se da cuenta fácilmente que Echarate está creciendo para otros, y uno justificará fácilmente que esos otros son los que necesita Echarati para crecer. Andale pueblito lindo, caminas en contrastes, trastabillando entre los que siempre estuvieron contigo y los que te exigen más todavía; mientras tanto tus cerros están cada vez más pelados, tu clima es extremo, tus niños siguen desnutridos y la educación básica es la misma de antes, incluso, sigues sin conocer realmente a los que están pasando el Pongo de Mainique.
Y en medio de todo estás tú Apu Urusayhua, gigante e indomable como siempre, mirando los contrastes sin preocuparte. Pero gran Tayta de esas tierras, no te confíes, que ya los tecno-burócratas te han puesto el ojo, quieren coronarte con un teleférico, pero no para apreciarte ni para escuchar tus consejos y sabidurías, sino para ver desde allí a los nativos que están pasando el Pongo, sí, para verlos desde allí sin llegar a ellos. Ya sabes Apu, si no haces nada, si los tuyos no hacen nada, pronto serás el “Machu-Teleférico-Picchu” que los extranjeros defraudados añoran.
Apu Urusayhua |
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