Por: Joel Jahuanchi.
Mi abuela me contaba que los españoles traían hachas y les decían a los Wachiperi que las siembren para así cosechar más hachas. Y muchos abuelos se murieron esperando cosechar las hachas que nunca crecieron.
En la época de los hacendados, en los “Valles del Paucartambo” -como era conocido Kosñipata aproximadamente en 1940-, niños Wachiperi eran llevados a trabajar en las plantaciones de caña de azúcar de las haciendas y el pago único por el trabajo de siete días era un puñado de sal.
En los años 50, en la misión Dominica de San Luis de Shintuya, con la anuencia del gran Estado, ya que los misioneros católicos fueron nombrados como “civilizadores y evangelizadores de los salvajes de las tierras olvidadas de Dios”, los niños Harakbut eran obligados a no hablar su idioma utilizando métodos nada civilizados, ni cristianos, entre ellos haciéndoles pasar hambre y amordazándoles con la única finalidad de que perdieran su lengua materna y de esta manera puedan ser más fácilmente civilizados y evangelizados.
Más adelante en esa misma década, en la margen izquierda del río Queros, misioneros evangélicos-Bautistas estadounidenses vieron la forma de atraer a los Wachiperi a su misión mediante el ofrecimiento de un paraíso: muchos machetes y hachas. Los Wachiperi eran la servidumbre de los evangélicos. Criaban ganado bajo la condición de que ganado y terreno serían para ellos cuando la misión se retire. Cuando los Bautistas se retiraron no dejaron ganado ni terrenos.
En 1973, cuando los Wachiperi de la actual comunidad nativa de Queros solicitaban terrenos al Estado para vivir después de la infructuosa convivencia con los misioneros bautistas, un funcionario del Ministerio de Agricultura no quiso atender su solicitud, aduciendo que los terrenos eran del Estado y que son para personas que trabajan “y ustedes chunchos no necesitan, vayan a vivir al monte con los monos”.
En la década de los 80s, los especialistas del Ministerio de Educación visitaban las escuelas Wachiperi con la finalidad de verificar que se esté brindando una buena educación, como el Estado mandaba, es decir, discriminando y menospreciando el uso de la lengua tradicional. Los especialistas cumplieron fielmente su misión.
Hace aproximadamente diez años la Asociación para la Conservación de la Cuenca Amazónica (ACCA), tuvo la intención de concesionar las cabeceras del valle de Kosñipata, antiguamente territorios sagrados Wachiperi. Este proceso de concesión quedó en nada debido a la protesta de la población colona. A partir de ello ACCA buscó otras formas de asentarse en la Reserva de Biosfera del Manu, promoviendo la concesión para la conservación de la Reserva Ecológica Haramba Queros-Wachiperi, adjudicada por cuarenta años a la Comunidad Nativa de Queros. Este acontecimiento fue celebrado por lo alto y hasta se llevó a los Wachiperi a Lima, para la firma del contrato y deleitar a la burocracia limeña con una danza tradicional.
Hace más de cinco años se firmó un convenio de cooperación técnica y financiera entre la comunidad de Queros y ACCA, convenio que no fue cumplido en su totalidad alegando falta de fondos. Hace dos años ACCA tuvo la oportunidad de comprar la hacienda Villa Carmen. Desde esa compra fantástica ACCA se olvidó de los compromisos adquiridos con la Comunidad de Queros; poco o nada se hizo con lo estipulado en el plan de manejo de la concesión para la conservación de la Reserva Ecológica Haramba Queros-Wachiperi. ACCA, sin embargo, supo utilizar estratégicamente el blindaje de la comunidad Nativa de Queros, digo blindaje porque la comunidad lavó la mala imagen que tenía ACCA en el distrito de Kosñipata y de esta manera logró posicionarse y tener una estación biológica en antiguos territorios indígenas, como Villa Carmen.
Hace aproximadamente diez años se suscribió un convenio entre las comunidades de Santa Rosa de Huacaria y Queros con la Dirección Regional de Cultura de Cusco, con masateada y baile tradicional incluidos. Este convenio tenía por objetivo elaborar y ejecutar un proyecto de etnodesarrollo y salvaguardar la cultura Wachiperi. Dicho proyecto hasta la fecha no fue elaborado, ni menos ejecutado.
En el año 2011 los ensalmos Wachiperi tipificados como Eshuva (la escritura correcta es Esuwa) fueron incluidos en la lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, ya que estos cantos sagrados están en riesgo de desaparecer. Sin embargo, la alegría y el festejo del Ministerio de Cultura duró el tiempo que se redactó la declaratoria, pues lo único que tiene registrado hasta el momento son cantos festivos del folklore Wachiperi, que son absolutamente diferentes a los cantos Esuwa. Luego del registro de estos cantos por el Ministerio de Cultura en el año 2012, a los Wachiperi se les hizo firmar un documento, un consentimiento informado, en donde no queda claro los derechos de autor e interpretación.
Terminando este relato de encuentros y desencuentros me hago la siguiente pregunta: ¿Qué cambió desde la llegada de los españoles hasta la llegada del Estado y las Ongs?
Esta es mi reflexión: Las culturas indígenas, después de muchos años de tener relaciones oportunistas, interesadas e infructuosas con la burocracia estatal, las instituciones religiosas y las ONGs, ahora deben ajustarse a la realidad y no dejarse llevar por los engaños ni los entusiasmos intermitentes, que una cosa es el discurso del burócrata y otra cosa es la postura que tiene cuando está sentado en su escritorio.
En la época de los hacendados, en los “Valles del Paucartambo” -como era conocido Kosñipata aproximadamente en 1940-, niños Wachiperi eran llevados a trabajar en las plantaciones de caña de azúcar de las haciendas y el pago único por el trabajo de siete días era un puñado de sal.
En los años 50, en la misión Dominica de San Luis de Shintuya, con la anuencia del gran Estado, ya que los misioneros católicos fueron nombrados como “civilizadores y evangelizadores de los salvajes de las tierras olvidadas de Dios”, los niños Harakbut eran obligados a no hablar su idioma utilizando métodos nada civilizados, ni cristianos, entre ellos haciéndoles pasar hambre y amordazándoles con la única finalidad de que perdieran su lengua materna y de esta manera puedan ser más fácilmente civilizados y evangelizados.
Más adelante en esa misma década, en la margen izquierda del río Queros, misioneros evangélicos-Bautistas estadounidenses vieron la forma de atraer a los Wachiperi a su misión mediante el ofrecimiento de un paraíso: muchos machetes y hachas. Los Wachiperi eran la servidumbre de los evangélicos. Criaban ganado bajo la condición de que ganado y terreno serían para ellos cuando la misión se retire. Cuando los Bautistas se retiraron no dejaron ganado ni terrenos.
En 1973, cuando los Wachiperi de la actual comunidad nativa de Queros solicitaban terrenos al Estado para vivir después de la infructuosa convivencia con los misioneros bautistas, un funcionario del Ministerio de Agricultura no quiso atender su solicitud, aduciendo que los terrenos eran del Estado y que son para personas que trabajan “y ustedes chunchos no necesitan, vayan a vivir al monte con los monos”.
En la década de los 80s, los especialistas del Ministerio de Educación visitaban las escuelas Wachiperi con la finalidad de verificar que se esté brindando una buena educación, como el Estado mandaba, es decir, discriminando y menospreciando el uso de la lengua tradicional. Los especialistas cumplieron fielmente su misión.
Hace aproximadamente diez años la Asociación para la Conservación de la Cuenca Amazónica (ACCA), tuvo la intención de concesionar las cabeceras del valle de Kosñipata, antiguamente territorios sagrados Wachiperi. Este proceso de concesión quedó en nada debido a la protesta de la población colona. A partir de ello ACCA buscó otras formas de asentarse en la Reserva de Biosfera del Manu, promoviendo la concesión para la conservación de la Reserva Ecológica Haramba Queros-Wachiperi, adjudicada por cuarenta años a la Comunidad Nativa de Queros. Este acontecimiento fue celebrado por lo alto y hasta se llevó a los Wachiperi a Lima, para la firma del contrato y deleitar a la burocracia limeña con una danza tradicional.
Hace más de cinco años se firmó un convenio de cooperación técnica y financiera entre la comunidad de Queros y ACCA, convenio que no fue cumplido en su totalidad alegando falta de fondos. Hace dos años ACCA tuvo la oportunidad de comprar la hacienda Villa Carmen. Desde esa compra fantástica ACCA se olvidó de los compromisos adquiridos con la Comunidad de Queros; poco o nada se hizo con lo estipulado en el plan de manejo de la concesión para la conservación de la Reserva Ecológica Haramba Queros-Wachiperi. ACCA, sin embargo, supo utilizar estratégicamente el blindaje de la comunidad Nativa de Queros, digo blindaje porque la comunidad lavó la mala imagen que tenía ACCA en el distrito de Kosñipata y de esta manera logró posicionarse y tener una estación biológica en antiguos territorios indígenas, como Villa Carmen.
Hace aproximadamente diez años se suscribió un convenio entre las comunidades de Santa Rosa de Huacaria y Queros con la Dirección Regional de Cultura de Cusco, con masateada y baile tradicional incluidos. Este convenio tenía por objetivo elaborar y ejecutar un proyecto de etnodesarrollo y salvaguardar la cultura Wachiperi. Dicho proyecto hasta la fecha no fue elaborado, ni menos ejecutado.
En el año 2011 los ensalmos Wachiperi tipificados como Eshuva (la escritura correcta es Esuwa) fueron incluidos en la lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, ya que estos cantos sagrados están en riesgo de desaparecer. Sin embargo, la alegría y el festejo del Ministerio de Cultura duró el tiempo que se redactó la declaratoria, pues lo único que tiene registrado hasta el momento son cantos festivos del folklore Wachiperi, que son absolutamente diferentes a los cantos Esuwa. Luego del registro de estos cantos por el Ministerio de Cultura en el año 2012, a los Wachiperi se les hizo firmar un documento, un consentimiento informado, en donde no queda claro los derechos de autor e interpretación.
Terminando este relato de encuentros y desencuentros me hago la siguiente pregunta: ¿Qué cambió desde la llegada de los españoles hasta la llegada del Estado y las Ongs?
Esta es mi reflexión: Las culturas indígenas, después de muchos años de tener relaciones oportunistas, interesadas e infructuosas con la burocracia estatal, las instituciones religiosas y las ONGs, ahora deben ajustarse a la realidad y no dejarse llevar por los engaños ni los entusiasmos intermitentes, que una cosa es el discurso del burócrata y otra cosa es la postura que tiene cuando está sentado en su escritorio.
Muchas de las intervenciones externas hacen más daño de lo que ayudan, porque luego se van, ni se percatan de los cambios sociales y culturales que produjeron con su intervención. Cito una frase de Patt Lyon: “Los indígenas serán felices cuando maten a las ongs”.
Los pueblos indígenas deben construir con sus propios medios un poder económico, un poder cultural y un poder político, y así forjar un nuevo ser humano consiente de su espíritu y ascendencia, y así poder levantar su flecha con dignidad y orgullo, aquella flecha con la cual puedan unir el pasado y el presente con templanza. Y no volver a ser engañados, con nuevas hachas o puñados de sal.
Hay una historia oficial, una historia de quienes escriben y hablan la lengua castellana. Estamos llenos de esos libros. Pero la vivencia encarnada de los propios indígenas está signada por el silencio o excluida en las conversaciones familiares. He aquí uno de los valores manifestados ahora.
ResponderBorrarPor otra parte, la reflexión de Joel es un termómetro histórico que mide la temperatura actual. Y el resultado es el mismo antes como ahora.
Considero que la situación de los pueblos indígenas con la llegada de las ONGs y la arremetida del Estado sí ha cambiado, evidentemente, pero en forma mas no en fondo. Pero ahora las intervenciones externas ambicionan otras cosas, como el poder mediático nacional e internacional del "ser indígena", porque al subirse a este, logran legitimarse en una zona, aumentar sus benefactores económicos internacionales y blindarse ante las arremetidas nacionalistas y autogestionarias. Parece que a ellos sí les renta plantar indígenas y gozar de sus frutos.
Pero ahora, la "flecha de la dignidad y el orgullo, la flecha de la templanza, la flecha que une pasado y presente" es una tarea pendiente. Si el ser indígena (o cualquier otro ser) no resuelve de antemano sus resentimientos históricos, y si el Estado y las ONGs no reconocen sus errores históricos, y si no hay, en general, una reconciliación individual y colectiva, un abrazo de perdón, entonces solo habrá poder político, económico y cultural indígena creado para matar al diferente. Será una flecha con filo y sangre y no una flecha con verbo y reflexión.
Desde mi punto de vista, es hora que los pueblos indígenas, armados de verbo y acción, empiecen a ofrecer a los interventores su propia "moneda"; es hora de "venderles" la magia que los sustenta; es hora de compartirles un puñado del brebaje sagrado; es hora de presentarles al viejo ancestral; es hora, creo, de mostrarles el portal que abre el bejuco, el toe, el seri y la coca, porque cuando estén con Ello, verdaderamente sentirán que las hachas crecen y la sal endulza.
Estimados señores, ¿cómo puedo conseguir más información -confiable- sobre los ensalmos Esuwa Wachipieri, la historia de su recopilación y el proceso de categorización por parte de UNESCO?
ResponderBorrarSenior/a, tendria que hablar con los funcionarios de la Direccion Desconcentrada de Cultura de Cusco. Tambien con algunas personas de la CN de Santa Rosa de Huacaria, en Paucartambo, Cusco.
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