He querido titular este post con el nombre de una moneda que cada vez está en desuso. En efecto, para algunos la intuición es una habilidad inservible en esta era de la lógica y la razón. ¿Piensas lo mismo verdad? Pero déjame decirte que tú también tienes la habilidad de conocer, comprender y percibir algo de manera clara e inmediata sin la intervención de la razón, aunque tu pensamiento moderno siempre encuentra la forma de evitar dicha habilidad. Tranquilízate, a mí me pasa igual. Incluso debo confesarte, en voz baja, que recuperar tu intuición no es un camino irreversible.
Puedo decir con certeza que la gente del bosque y del río aún vive de la intuición. Confían en ella para solventar el día a día. Las hermanas más fieles de la intuición son los sueños, las visiones y las manifestaciones sutiles de los demás seres del entorno. Como hermanas, soportan la intuición convirtiéndola en una estructura sólida y uniforme, y por lo tanto fácil de sentir y leer si has recibido el entrenamiento adecuado. A veces esta habilidad se presenta como una suave pero contundente descarga eléctrica en todo el cuerpo. Otras veces estimula una profunda y pausada inhalación. También llega como un vacío en el estómago que llena el corazón. En ocasiones es una idea que salta a la mente con una certeza indiscutible. Otras veces se presenta tan repentinamente que el cuerpo brinca como si hubiera encontrado el elixir de la vida. Con la intuición no se sabe, por eso nació la razón, para corregirla, encasillarla, domesticarla y someterla a la reflexión metódica de la ciencia dominante.
Debo decir además que el alimento de la intuición es el afecto. La gente intuye sobre sí misma o sobre otros cuando ha generado un vínculo afectivo. El amor es la base de la intuición. El que intuye sobre sí, se ama a sí mismo. El que intuye sobre otros, ama a su prójimo. La gente más avanzada intuye sobre el mundo y el cosmos, porque ellos aman al Todo.
La conversación o el hablar es el vehículo que organiza la intuición. La gente conversa para entender y comprender. Todas las sociedades basadas en la oralidad son intuitivas porque observan, escuchan, analizan y disciernen durante una conversación. Se podría decir que la intuición es la ciencia de la razón entre la gente del bosque y del río.
La fe misma puede ser definida como una intuición firme y certera. Para que haya intuición la persona tiene que ser consecuente, decidida y perseverante. La intuición, como la fe, no duda, no escatima, no finge, no argumenta. La intuición no tiene porqué argumentar o fundamentarse o convencer, ya no, porque la intuición es irrefutable, determinada, concreta, segura, decidida, perenne. La intuición es una revelación suprema.
Con este delicado prisma, con estas habilidades, con este convencimiento y certeza, con esta moneda es como la gente del bosque y del río camina, avanza, vive, persiste, continúa, labora, explora, cambia, transforma, crece y renace día a día.
Comentarios
Publicar un comentario