Comentario del libro de Vera Tyuleneva (2018)
Encontrar el Paititi es una ilusión que tiene 486 años de vigencia. El anhelo por alcanzar el tesoro escondido de los incas, constantemente señalado hacia el este de los Andes, en la espesura del bosque amazónico, ha generado más de una fiebre a las personas hinchadas de ambición, codicia, fama, gloria o reconocimiento.
¿Por qué es tan recurrente la búsqueda del Paititi? ¿Por qué nuestra era nos antepone la riqueza y el reconocimiento como requisito para ser gente? Volveré sobre estas preguntas al final de mi comentario, solo quiero adelantar que desde mi punto de vista la búsqueda del Paititi y de su afamada riqueza, es una empresa vacua, superficial.
Mitos rotos.
El libro de Vera Tyuleneva se instala en el bagaje académico como un auténtico rompe mitos. El rigor y la acuciosidad científica siempre fueron parte de la personalidad de Vera, así que no me sorprende que haya puesto la mira en uno de los mitos más recurrentes del imaginario contemporáneo, el Paititi.
Pero antes de enumerar los mitos que desde mi punto de vista Vera ha desmantelado, es necesario notar que en este libro, la autora, a diferencia de otros textos suyos, nos ofrece un discurso académico más comprensivo con el sinuoso pensamiento simbólico, incluso por momentos atisba algunas reflexiones filosóficas, aunque eso sí, Vera no ha perdido su habilidad de condimentar con humor las paradojas que envuelven a sus personajes.
El primer mito desarmado es el siguiente: para encontrar el Paititi es necesario explorar los lugares donde se tiene noticia de él. Pues no, ya que la exploración más grande que realiza Vera no es en el terreno, sino en las fuentes escritas que mencionan la “noticia rica”, las que complementa con investigaciones antropológicas, arqueológicas, lingüísticas y hasta con el Google Earth. Gracias al notable manejo de estos recursos, y sin sufrir las expediciones de antaño, Vera encuentra su Paititi.
El segundo mito caído es el siguiente: el escurridizo Paititi solo tiene lugar en la imaginación, mas no en un punto geográfico. Pues bien, Vera ubica el Paititi en el mapa, pone el nombre del lugar, sus coordenadas y la forma más fácil de llegar a él. Así que buen provecho con los interesados.
El tercer mito roto reza así: el Paititi es un reino lleno de riquezas tipo oro y plata listas para ser repartidas entre sus descubridores. Lo siento, no es nada de eso. Según la autora, el Paititi fue un lugar habitado por una alta civilización post conquista, y aunque superviviente, estuvo bien organizada, pero sin evidencia de mayores “riquezas”.
El último mito que a mi parecer el libro ha desnudado sin proponérselo realmente, es que el método y la rigurosidad científica pueden develar cualquier misterio, incluso el del esquivo Paititi. Pues no, ya que en este momento ninguno de los argumentos sólidamente sustentados en el libro pueden ser concluyentes. Sucede que las actuales fuentes escritas presentan vacíos y distorsiones, los estudios antropológicos y arqueológicos son incipientes, y el análisis lingüístico ofrece las inconsistencias propias de la oralidad escrita. Una prueba más de que el combustible del mito (la imaginación) y su barca favorita (la oralidad) son inmanejables para la objetividad científica, excepto si en vez de auscultar el mito para encontrarle su fibra racionalista, mejor empezamos a dialogar con él para comprender su lógica, su proyección y sus implicancias en la vida y en el sentir de las sociedades que le dan sentido.
Aún así, hay que resaltar que el discurso académico de este libro cumple una función reveladora, porque no solo aclara muchas confusiones e imprecisiones que se han escrito o dicho sobre el Paititi, sino que además ofrece una ruta de investigación precisa y un punto tangible en el mapa por donde empezar. Por ello, y sin duda alguna, este libro es un certero camino hacia la comprensión científica de la inmensurable estela que cubre al Paititi.
Epílogo: La broma del milenio.
¿Por qué buscamos el Paititi? ¿Por qué tenemos que encontrarlo? La ambición es un deseo efervescente, poderoso, aunque fácilmente manipulable. La gente del bosque y del río sabía muy bien cuál era la gran motivación que guiaba a los conquistadores de antaño, así que jugaron a su gusto con ella. Cada que los ambiciosos aparecían con sus pertrechos y pretensiones, les decían que las riquezas estaban más allá, al sur o al oriente del Tawantinsuyu, envolviéndolos en un espiral de nunca acabar o mejor dicho de nunca encontrar, porque al llegar al supuesto punto volvían a decirles “no, es más abajo”, y ya en ese “más abajo”, les decían “no, es arriba, pero por el otro lado”. ¿Acaso esta no es una súper broma como aquella del “aquisito nomás”? Sí, es una buena broma, pero que debe servir como aprendizaje, el de sopesar nuestra perseverancia fundamentada en la ambición. La búsqueda del Paititi siempre ha sido una apología a la ambición. Así que para mí, detrás de la necesidad de encontrar el Paititi hay una motivación vacua, superficial, carente de contenido sustancial.
Ficha del libro.
TYULENEVA, Vera. 2018. El Paititi. Historia de la búsqueda de un reino perdido (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial; Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas), 475 pág.
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