Reseña
Acabo de salir del cine. Fui a ver la película "Samichay", traducida como "en busca de la felicidad". Va la reseña.
¿Felicidad?
No sé si estés de acuerdo, pero me parece que la tendencia del cine peruano es destacar la tragedia andina. Esta es una de esas películas. La evidencia no solo está en la trama, sino también en la música melancólica de la flauta y el violín, en los sentimientos gélidos de las montañas, en el abrazo insustancial de la neblina y en el formato blanco y negro del film. Todo el escenario y el montaje es trágico. ¿Por qué la habrán titulado "en busca de la felicidad"?
Búsqueda
Claro, no toda búsqueda es exitosa. Yo me equivoqué al pensar que la película tendría un "final feliz", es decir, que la felicidad, finalmente, sería alcanzada por los protagonistas. Al parecer, las películas gringas me han malacostumbrado. Yo quería un final heroicamente barroco. Yo quería ver a Celestino y a Samichay entrando al Paititi antes que salgan los créditos de la película. Pero no, al parecer, esa trama del "final feliz" no está permitida para el alma andina que, en este tipo de films, siempre está en pena. ¡Por favor, no me vayan a decir de que la muerte es el final feliz!
Metáfora
Tuve la impresión de que la muerte --representada en la película como una presencia sigilosa y observadora-- era la única salida a todo intento de buscar la felicidad. Digo esto porque el pobre Celestino, el protagonista, tuvo que lidiar no solo con el alejamiento de su hija, que es como morir en vida, sino también con la muerte de su mujer, de su suegra y de la propia Samichay, a quien él mismo acaba. ¡No ve vayan a decir que Celestino, en realidad, salvó a Samichay!
El final es el camal
No creo en la figura de un Celestino que ignora el final de una vaca. Es como si yo, asiduo a las parrilladas profondos, no supiera la procedencia de las sazonadas carnes. Capaz estoy pecando de ignorante, pero por donde yo he caminado, la carne no se desperdicia: o se come o se ofrenda. Además, varias partes del animal, como el cuero y los cuernos, son aprovechados. Ahora, no creo que la decisión de Celestino, la de tomar la vida de Samichay, sea justificada, ya que ambos, desde el punto de vista actoral, no llegaron al nivel de querencia exigido para este tipo de decisiones. Bueno, sí, hablemos del nivel actoral.
Actuación
Laureles para todos y todas. Hasta Samichay puso su grano de arena al representar a una vaca flaca y engreída. El rol de Celestino, como campesino agreste, fue loable, aunque en algún instante me pareció que caminaba como un actor citadino, pero nada, es solo una exquisitez mía. Eso sí, las expresiones de afecto de Celestino hacia Samichay fueron poco resaltadas. El enfoque fue de un campesino rudo y lejano que, sin embargo, amaba profundamente. No sé si el afecto y el cariño, junto a la felicidad, también estén proscritos en este tipo de películas. ¿Habrá tenido algo que ver en esto el rol de las cámaras?
180º y cámaras en movimiento
Me resultó novedosa la constante utilización del giro de 180º de la cámara. Parece influencia de los celulares y de los drones. Pero a veces la velocidad del giro, algo lento, me pareció tedioso y monótono. Otra vez confieso mi malacostumbrada preferencia por la llamativa variedad y detalle de los films hollywoodenses, reyes del entretenimiento.
Otra cosilla que samaqueó mi vista fue el movimiento de algunas tomas. Fue como si la persona que filma hubiera seguido a los protagonistas con celular en mano. Ese movimiento de la cámara, rápido y abrupto, no solo es confuso, sino que además es visualmente incómodo.
Sonido
Aunque mis oídos cinéfilos de Hollywood estaban buscando la música orquestal de fondo, es decir, alguna melodía que acompañe la soledad de las montañas, al final primó la belleza del sonido del viento, del fogón, de la pukuna, del caminar, de la vegetación e incluso del silencio de la montaña. Me pareció refrescante recordar que la música de la naturaleza es la mejor sinfonía para cualquier argumento. ¿Pero esa preferencia tendrá que ver con la ruta melancólica de la película?
Fiesta y alegría
¿Estamos frente a un cine indigenista que resalta el protagonismo de la tragedia quechua-andina? Si es así, me arrepiento de haber dicho "cine indigenista". Al parecer, --voy a hablar como quechua-- la idea es que nos sigan mirando con pena. No creo en un "indio infeliz" o en un "campesino pobrecito", pero lamentablemente este tipo de películas contribuyen al estereotipo. Yo creo en la gente quechua que replica, como cualquiera, toda la dimensión de la existencia: el dolor y el consuelo, la muerte y la vida, la frustración y la esperanza, la tristeza y la alegría. Yo creo en un indio de colores y no en blanco y negro.
Fuente de la imagen superior: La República
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