Reseña del libro de Armando Robles Godoy (2022)
¿A quien se le habrá ocurrido la estupidez de que se puede explotar la selva para vivir? Digo esto porque los cuentos del libro, los que están relacionados a la selva, muestran la cruda visión del colono: del ambicioso y perverso (“en la selva no hay estrellas”), del amargado, celoso y cautivo (“el rabión”), y del cauto, decidido y a la vez desesperado (“la muralla verde”). Precisamente, tú y yo tenemos una visión distinta de la selva, según nuestra vivencia e intención. Sin embargo, la visión del colono —me refiero a todo extraño que piensa que la vastedad de la selva es la solución a todos sus problemas o ambiciones— no es de mi agrado, porque si este gana, la selva será su musa, pero si pierde, la maldecirá con ahínco.
Para mí, la única muralla que evita compenetrarse con la selva es esa masa gris que tenemos en la cabeza, esa que se alimenta de la ambición, la desesperanza y la promesa de una riqueza inimaginable. El problema es nuestra muralla gris.
La selva no es una muralla. La selva, como el río, es un transcurrir irremediable, es un crecer y morir consecuente. Eso puede desesperar a cualquiera, pero a mí me reconforta.
CALIFICACIÓN: ⭐️⭐️⭐️⭐️
LO CHÉVERE: la narrativa es culta, profunda, reflexiva e inesperada.
LO FEO: por momentos me incomodó la densidad de algunos personajes y el erotismo salchipapero.
RECOMENDACIÓN: leer al final la introducción de Marcela Robles (o volverla a leer al terminar el libro).
ANÁLISIS LITERARIO: Para ello leer, de preferencia al final, la nota de Carlos Arámbulo que está incluida en el libro.
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