Ir al contenido principal

La festividad de La Linda de la Catedral, ocho de diciembre de 2021

Relatos, reflexiones.- 

A continuación, presento tres breves reflexiones en torno a la festividad de la virgen Inmaculada Concepción del Cusco, la Linda de la Catedral, quien festejó su “onomástico” a puerta cerrada debido a las restricciones de la pandemia COVID-19. 

El primer texto titula “La Linda está cachetonita” y trata de cómo las devotas encontraron a su mamita luego del encierro por la pandemia. El segundo texto titula “Los cargadores son los protagonistas” y versa sobre el nuevo y predominante rol que están asumiendo los cargadores del anda de la virgen. El tercer y último texto titula “¡Qué difícil es dejar a La Linda!” y reflexiona sobre el insoldable y emotivo vínculo que las mayordomas tejen con la Demanda de La Linda.

Estos textos fueron elaborados luego de asistir a las misas en honor a La Linda (del 4 al 08 de diciembre de 2021) y de conversar con el grupo de devotas allegadas a la virgencita. 

La Linda está “cachetonita”

La Virgen Inmaculada Concepción del Cusco, llamada popularmente “La Linda de la Catedral”, ha pasado toda la pandemia “encerrada” en su capilla. Sus devotas más cercanas la visitaron el 26 de noviembre para cambiarle de ropa y dejarla lista para las celebraciones de su fiesta principal, este ocho de diciembre. Luego de varios meses sin verla, la primera impresión de las devotas fue que su mamita estaba “chachetonita”. ¿Qué significa esto?

Desde que inició la pandemia hasta el momento, no se realizaron las celebraciones del Corpus Christi ni los consabidos festejos del ocho de diciembre por el día de la Inmaculada Concepción. En estas fechas La Linda de la Catedral solía darse su vueltita por la Plaza Mayor del Cusco, bailando al son de la música y en compañía de sus devotas y devotos. Recuerdo que las procesiones duraban de 3 a 4 horas. Eran algo agotadoras, aunque a La Linda se la veía siempre chaposita y alegre.

Ya se va el año 2021 y todo este tiempo La Linda ha estado en su capilla, al interior de la Basílica Catedral del Cusco. Ni a la puerta ha salido. Ella y todos los Santos patronos fueron los únicos que cumplieron la inamovilidad social normalizada por la pandemia. O sea que, hace dos años, La Linda no baila, no festeja y no pasea por la plaza. 

Claro, por el tiempo que ha pasado en su capilla, sin moverse y sin festejar, es natural que ahora se la vea “cachetonita”, es decir, que haya subido un poquito de peso, y que incluso se le note la “papadita”. ¡Ella que es tan pulcra y delicada!

Las devotas se lamentan. Le hablan para que no se preocupe. Le dicen que ya pronto habrá fiesta, que ya podrá salir a dar su vueltita y festejar por la plaza, como a Ella le gusta, y que para entonces se repondrá, que ya estará alegre, chaposita y fiesterita, como siempre. 

Los cargadores son los protagonistas 

La fiesta en honor a la virgen Inmaculada Concepción del Cusco, La Linda de la Catedral, siempre ha estado pautada por dos grupos dominantes: las devotas más cercanas a La Linda y los mayordomos. El primer grupo es quien ofrece las directivas de cómo debe llevarse la fiesta, es decir, son quienes dan la pauta tradicional. El segundo grupo se dedica a organizar la festividad de acuerdo a las consignas del primer grupo, aunque tiene cierta libertad para decidir sobre, por ejemplo, la administración de la hurk’a y la calidad y cantidad de sus invitados.

Recuerdo que los cargadores nunca han tenido una posición preponderante en la festividad de la Linda de la Catedral. Su labor se circunscribía, en términos sociales, a cargar a la virgen durante las procesiones. En términos rituales, nos parecía que La Linda bailaba, festejaba y bendecía gracias a los cargadores. En otras palabras, objetivamente hablando, ellos labraban parte de la personalidad de La Linda. Pero su posición social no trascendía a mayores. Los cargadores siempre estuvieron embargados por el poder social de los mayordomos. 

La pandemia ha cambiado las cosas. La inamovilidad social y las restricciones para realizar fiestas tradicionales han hecho desaparecer -virtualmente- a los mayordomos. En efecto, una de las peculiaridades de ser mayordomo era adquirir prestigio social, es decir, había que mostrar la pompa a los demás para conseguir aprobación. Con la pandemia no hay gente, sin gente no hay prestigio, sin prestigio no hay mayordomos, y sin mayordomos no hay festividad. 

Ante la ausencia de liderazgo de los mayordomos, el grupo de devotas permanentes y los cargadores han generado una nueva alianza que está dinamizando la festividad. Resalta la nueva junta directiva de los cargadores, conformada por jóvenes proactivos, devotos y decididos a romper con esa estructura que justificaba la distancia social, casi insoldable, entre mayordomos y cargadores. 

Incluso antes de la pandemia, los cargadores hicieron cierta incidencia y trataron de tomar algunas decisiones tradicionalmente atribuidas a los mayordomos. Su intento fue importante, pero no logró consolidarse. Sin embargo, la pandemia les dio el salto definitivo. Sin mayordomos a la vista o escondidos por la pandemia, los cargadores, junto al grupo de devotas permanentes, asumieron el rol de organizar la festividad de La Linda: arreglaron las misas de novena y la misa principal, hicieron el programa de festejos, contrataron los arreglos florales y la banda de músicos y, cosa inaudita, invitaron a los mayordomos a la festividad. ¡Vaya cambio! 

¿Les mueve su fe a La Linda? ¿Los motiva una reivindicación social? ¿Acaso los impulsa el sistema de organización familiar-tradicional, ahora liderado por jóvenes proactivos? Son todas esas cosas a mi parecer. ¡A buena hora!

¡Qué difícil es dejar a La Linda!

Cuando los mayordomos hacen la hurk’a llevan consigo la Demanda, que es una representación de La Linda en pequeña escala. La Demanda es la propia Linda Inmaculada para no discutir más, pero, al contrario de la imagen que está en la Catedral bajo la custodia del clero católico, la Demanda se maneja según el parecer de los mayordomos. Precisamente, son éstos quienes se quedan con la Demanda todo un año mientras cumplen sus obligaciones rituales. El asunto es que uno se acostumbra a La Linda. Su presencia es inminente en la casa, en el hogar y en cada devota y devoto. Se le agarra cariño rápidamente. 

Pero solo debe quedarse contigo un año si eres mayordomo, porque luego debes entregarla a los mayordomos entrantes. El momento de transferencia por lo general termina en llanto, especialmente de quienes tienen que entregar la Demanda. Uno se acostumbra a La Linda. Es como dejar ir a una persona de tu familia, que te acompañó un año, silenciosa, haciendo de las suyas, milagreando a tu favor sin decir una palabra, sin hacer roche, soslayadamente, hablándote a la conciencia, corrigiéndote, escuchándote, apareciéndose en sueños, escuchando tus súplicas y angustias, disfrutando de las velas y las flores que le pones, de la música de tu casa y soportando tus humores… Por eso, cuando la entregas, dejas ir a uno de los tuyos. El llanto es inminente. 

La mayordoma del 2020 se quedó con la Demanda de La Linda todo el año 2021, algo inusual debido a la pandemia. Hoy, ocho de diciembre, llegó la hora de entregar a La Linda a la mayordoma entrante, pero no puede. Intentó hacerlo el día 04 de diciembre durante una de las misas de novena. Fue una escena emotiva. La mayordoma estaba por entregar la Demanda, pero se arrepintió, la jaló a sus brazos otra vez y dijo “yo la traeré a todas las novenas sin falta”. Luego confesó que estaba muy atada a La Linda, que no era capaz de desprenderse de Ella. Es su mamita ahora. Es su compañera, su consejera, su cuidante, su paño de lágrimas. 

¡Cuán difícil es separarse de La Linda cuando has disfrutado de su silencioso amor! ¡Cuán difícil es dejarla! ¡Oh mamita linda, preciosita, virgencita milagrosa, hermosita, toda pulcra, quédate por siempre en mi corazón!

Donaldo H. Pinedo Macedo.

Cusco, miércoles 08 de diciembre de 2021

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Entrevista a don Alberto Manqueriapa Vitente, maestro curandero y “Personalidad Meritoria de la Cultura”

Por: Donaldo Humberto Pinedo Macedo. Fotografías: Reenzo Velásquez Bernal, Edward Zambrano Quispe y Uriel Caballero Quispitupa. Alberto Manqueriapa Vitente, es un maestro curandero --intermediario diría él-- de 60 años de edad. Nació en la comunidad nativa de Santa Rosa de Huacaria (Reserva de Biosfera del Manu), en el distrito de Kosñipata, provincia de Paucartambo, departamento del Cusco, Perú.  Alberto, procede de dos ramas culturales: por línea paterna, es Wachiperi (Harakbut), y por línea materna, es Matsigenka (Arawak).  En el año 2021, debido a sus conocimientos y prácticas relacionadas a la medicina tradicional amazónica, Alberto fue distinguido como “Personalidad Meritoria de la Cultura”. A parte de las sesiones de sanación con ayahuasca que dirige regularmente, Alberto es depositario de los rezos cantados Eshuva , los que fueron declarados Patrimonio Cultural de la Nación el año 2010. La entrevista fue realizada en el salón comunal de la comunidad nativa de Santa Rosa de Hua

Atención de salud de indígenas amazónicos en los hospitales de la ciudad del Cusco, 2020-2021

Artículo de investigación.- En el periodo febrero 2020 – agosto 2021 se ha incrementado la afluencia de personas de origen indígena amazónico a los hospitales de la ciudad del Cusco. Se trata, principalmente, de indígenas matsigenka monolingües que provienen del distrito de Megantoni (provincia de La Convención), quienes mantienen una relación de contacto reciente con la sociedad nacional Donaldo H. Pinedo Macedo 1 y Vilmanuel Díaz Vilca 2 1 Maestría en Antropología Social 2020, Escuela de Posgrado de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, Perú. 2 Escuela Profesional de Enfermería, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, Perú. Descarga la versión PDF aquí (incluye notas al pie y bibliografía adicional) Nota de los Autores Donaldo H. Pinedo Macedo    https://orcid.org/0000-0002-0269-7097  Los autores no tenemos conflictos de intereses. Agradecemos a los Misioneros y Padres Dominicos del Vicariato Apostólico de Puerto Maldo

Toledo, Humala y Castillo. Tres destellos de la utopía andina en el Perú

Sentipensar.- La utopía andina, en mi mente, no es el regreso del Inka para subyugar a los neo conquistadores o restablecer un imperio perdido, sino más bien es la personificación de lo que significa ser un Inka... ¿Qué tienen en común Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Pedro Castillo? ¿Por qué mi mente -y mis sentimientos- trazan una misma señal cuando pienso en ellos? ¿Por qué cuando los veo por la tele mi palpitar es unísono? Me siento identificado con ellos -como millones de peruanos-, pero no por su posición política, que de hecho no comparto, sino porque su propaganda electoral activó en mí una fibra oculta que nace y renace. En efecto, hablo de la utopía andina. Debo aclarar que no soy una persona que tenga la secuencia genética indígena intacta -creo que ningún peruano la tiene-, más bien soy un mestizo (nada errante) que está enclavado en los Andes del sur, embargado de Apus e historias del Cusco, el “ombligo del mundo”. Pero aún así, la utopía andina, esa fibra de rebelde es

La hora de la hallpa en Quillabamba

Estoy con el “mago blanco”, mi bicicleta, paseando por las calles de la ciudad de Quillabamba. Paso por el parque Bolognesi, más conocido como el de las banderas, aunque no veo ni una. Busco una banca cómoda, con sombra, para el ritual de la hallpa. Me siento en una. Algunas personas, en otras bancas, juegan a las cartas. Todos son varones adultos. Tienen una mochila en la espalda y una bolsa verde de hojas de coca al lado. En la boca, el cigarro y el bolo coquero; en las manos, las cartas; en los ojos, las monedas apostadas y la ambición chispeante. Son las 9:00 am., es sábado. Lo mismo pasa el domingo, a la misma hora. Me huele que esto sucede todos los días y en cualquier momento. Estas personas se reúnen para la hora de la hallpa. Hallpero solitario No todos juegan a las cartas. Otros, en pares, hallpan, conversan y observan a los grupos de baile que ahí se reúnen. Yo estoy solo, con mi hallpa y mis pensamientos. Soy un hallpero solitario que apenas mira a la gente. En cambio, los

Memoria, historia e identidad. Joël Candau (2006)

Opinión.-   En las clases de "Teorías clásicas de la Antropología" estamos discutiendo el libro de Joël Candau, Antropología de la memoria (2006). En cuanto leí la introducción y las conclusiones, tuve dos impresiones inmediatas: El autor sobredimensiona la importancia de la memoria para el ser humano. Sus postulados se aplican a las sociedades modernas complejas, donde la memoria alcanza extensiones también complejas. Luego de la exposición del grupo y el debate consecuente, quedaron en mi memoria las siguientes ideas: a.- Me ratifico: considero que Candau sobredimensiona la importancia de la memoria. Es evidente que la memoria, que se trasluce en el recordar y olvidar, es importante para la existencia humana, pero no es el todo. Hay que considerar también el rol de la conciencia y el inconsciente, temas muy poco abordados desde la disciplina antropológica. Entiendo que, cuando escribió Candau, hacía falta sostener que la memoria es una importante variable para el desarroll