Reseña del libro de María Fernanda Heredia (2013/2017)
Cierto, no hay lluvia en el Cusco. Ya es temporada y nada. Los nubarrones pasan estrepitosos por sobre nuestras narices, anunciando la tormenta, pero luego se van, se largan, seguramente a la selva, donde descargarán lo que nos corresponde. Ni modo, la lluvia sabe por qué.
La historia de Lucía y Antonio tiene que ver precisamente con esa incertidumbre de no saber por qué la lluvia, cuando decide aparecer, no solo descarga con todo, sino que además, en su refugio, las cosas se aclaran, los sentimientos reverberan y la cruda realidad se desmorona con la humedad de los afectos.
Bueno, a Norberto lo entiendo, un creativo pernicioso, sádico; pero ¿a Beatriz? Pucha, su conformismo es para renegash.
¡Y el colegio y sus directores! Ya no ya, cuánta desfachatez y astucia para sacarse los problemas y atribuírselos a los inocentes. El mensaje es claro: a las escuelas les interesa cuidar la institución por sobre el estudiantado. Sucede lo mismo en el sistema de salud: primero la enfermedad, luego el enfermo.
Bueno, solo terminaré diciendo relájense, aprovechen cualquier taller de bisutería hippie para desanudar sus líos. ¡Qué tengan un buen día y que la lluvia, cuando venga con todo, nos agarre desnudos!
CALIFICACIÓN: ⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️
LO BUENO: los diálogos, los quiebres insospechados, la articulación de las historias, los chispazos de frases célebres y el organismo en sí de la historia.
LO MALO: ... que en el Cusco no llueve, aún.
RECOMENDACIÓN: lectura dirigida a lex adolescentex; para lex escolares que aún no entienden la dimensión vacua de sus problemas.
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