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Mostrando las entradas de julio, 2024

Comentario al libro “Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía”, de César Calvo

Hace muchos años, traté de leer este libro. No pude. No pasé del proemio, donde Ino Moxo enumera las pertenencias del aire, porque me resultó confuso e inimaginable. Hoy, me doy cuenta de que entonces no merecía conocer las enseñanzas de Ino Moxo, porque todo es merecimiento. Gracias. Cuando terminé de leer el libro, seguía preguntándome ¿Y cuáles son pues las tres mitades de Ino Moxo? No he podido resolver la pregunta; son muchas las opciones imaginadas. Sin embargo, prefiero estacionar en sus tres orillas: sabiduría, fuerza y cariño. (En la tradición ayahuasquera de don Alejandro Jahuanchi, de la que soy parte, las orillas son: voluntad, paciencia y fe).   Un aspecto que discrepo con César Calvo, es que haya pintado a Ino Moxo, y a todos los cuerpos y personalidades que habita, como alguien que mantiene una perpetua sobriedad y sabiduría. Parece que Calvo, siguiendo el entusiasmo indigenista de la época, aplica para Ino Moxo el guion ceremonioso, intangible e indiscutible que el Inka

Sesión de Ayahuasca: cantos y sanación

El día sábado 24 de febrero de 2024, durante la luna llena, programé una sesión de ayahuasca. La Leyna se encargó de llamar a la gente, bueno, a las mujeres, y yo a los varones. Llamé a Hernán, Kevin, Martín y Edu. No se me ocurrieron más, ja, ja, ja. Pero, luego, pensé en mi hermanito ¡¡¡Víctor!!! No le dije. Bueno, de ellos solo vino Hernán, porque le obligué, ja, ja, ja.  De las mujeres, vinieron: Vero, Chaves, Lizbeth y Valeria. Faltó una que no recuerdo su nombre… ¡Jessica! Dice la Leyna que estaba entusiasmada, pero le vino la regla, así que le dijimos que mejor para la próxima.  La Leyna y yo, a eso de las 3:00 pm, hicimos un baño caliente con plantas del jardín (floripondio, romero, muña). Un poco más tarde empezó a venir la gente: Vero, Lizbeth, Hernán y Valeria fueron las primeras. Chaves ya vino a las 7:00 pm, luego de sus clases de yoga. Trajo sus cuencos, los cuales los hizo cantar o mejor dicho vibrar después de haber tomado la plantita. Esas vibraciones traspasan el cuer

Todo pueblo tiene su loco. El origen de un personaje querido en la ciudad de Atalaya, en el río Ucayali

Mi nombre es Donaldo Humberto Pinedo Macedo, soy de la ciudad del Cusco, Perú, y hablo castellano. Nací hace 47 años y soy menos niño, lamentablemente. Mi trabajo como antropólogo me ha permitido viajar por la Amazonía sur peruana, especialmente al norte y al este del Cusco, donde tuve la oportunidad de conocer a los pueblos indígenas amazónicos Arawak (matsigenka, yine, ashaninka), Harakbut (wachiperi, arakbut) y Pano (yora-nahua). No hablo su idioma, apenas unas palabras para fintear (hacerme el que sabe). Mi interacción con ellos es puramente afectiva, dado que hay un lenguaje que hablan todos los seres humanos, el del corazón.  En uno de estos viajes relámpago, como se hacen ahora debido a las prisas y premuras del trabajo, conocí a una persona increíble, tanto por su discernimiento como por su capacidad de supervivencia en medio de una ciudad con gente “desconocida” o “indiferente”. Esta es la historia de Andy, el “loco del pueblo”. El día lunes 13 de diciembre de 2023, a las 12:

“Los peces cantan en el Ucayali” Comentario al libro del explorador y naturalista polaco Arkady Fiedler

A principios del siglo XX, era común ver gente extranjera en la Amazonía. Tenían diversos intereses, la mayoría extractivos, desde luego. Fiedler, no escapó a esta tendencia. Llegó hasta la localidad de Cumaría, en el alto Ucayali, con la finalidad de recolectar especímenes para llevarlos a un museo de su país. Ese era su trabajo, aunque, luego de leer el libro, no creo que haya sido su propósito. Pero bueno, esa era la ciencia naturalista de entonces, centrada en recolectar y desentrañar el funcionamiento de cada especie “nueva”, y ciega ante la dinámica integral del bosque y el río amazónico.   Coleccionar animales e insectos, pienso, está en la misma línea extractivista del caucho, la caoba y el comercio de indígenas. Y aunque Fiedler aborda estos temas con humor y elocuencia, no deja de lado la denuncia y la autocrítica.  El recorrido de Fiedler, desde la desembocadura del Amazonas en el Atlántico hasta la localidad de Cumaría, en el alto Ucayali, describe el sistema de transporte

La hora de la hallpa en Quillabamba

Estoy con el “mago blanco”, mi bicicleta, paseando por las calles de la ciudad de Quillabamba. Paso por el parque Bolognesi, más conocido como el de las banderas, aunque no veo ni una. Busco una banca cómoda, con sombra, para el ritual de la hallpa. Me siento en una. Algunas personas, en otras bancas, juegan a las cartas. Todos son varones adultos. Tienen una mochila en la espalda y una bolsa verde de hojas de coca al lado. En la boca, el cigarro y el bolo coquero; en las manos, las cartas; en los ojos, las monedas apostadas y la ambición chispeante. Son las 9:00 am., es sábado. Lo mismo pasa el domingo, a la misma hora. Me huele que esto sucede todos los días y en cualquier momento. Estas personas se reúnen para la hora de la hallpa. Hallpero solitario No todos juegan a las cartas. Otros, en pares, hallpan, conversan y observan a los grupos de baile que ahí se reúnen. Yo estoy solo, con mi hallpa y mis pensamientos. Soy un hallpero solitario que apenas mira a la gente. En cambio, los