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Comentario al libro “Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía”, de César Calvo

Hace muchos años, traté de leer este libro. No pude. No pasé del proemio, donde Ino Moxo enumera las pertenencias del aire, porque me resultó confuso e inimaginable. Hoy, me doy cuenta de que entonces no merecía conocer las enseñanzas de Ino Moxo, porque todo es merecimiento. Gracias.

Cuando terminé de leer el libro, seguía preguntándome ¿Y cuáles son pues las tres mitades de Ino Moxo? No he podido resolver la pregunta; son muchas las opciones imaginadas. Sin embargo, prefiero estacionar en sus tres orillas: sabiduría, fuerza y cariño. (En la tradición ayahuasquera de don Alejandro Jahuanchi, de la que soy parte, las orillas son: voluntad, paciencia y fe).  

Un aspecto que discrepo con César Calvo, es que haya pintado a Ino Moxo, y a todos los cuerpos y personalidades que habita, como alguien que mantiene una perpetua sobriedad y sabiduría. Parece que Calvo, siguiendo el entusiasmo indigenista de la época, aplica para Ino Moxo el guion ceremonioso, intangible e indiscutible que el Inka del Inti Raymi cusqueño debe seguir. Por tanto, pinta un Ino Moxo perfecto, más ideal que real. Pinta un Ino Moxo utópico en carácter y comportamientos.

Al respecto, los maestros ayahuasqueros que conozco, algunos del “noveno nivel mundo-mundial-universo”, o sea, maestros de maestros, son seres humanos en toda la complejidad del término. Van y vienen con el buen humor, la alegría y con las colgaduras que hacen a los nuevos discípulos o extraños (podríamos decir que les lavan la mente vacilándolos). Además, varios maestros de maestros no son ceremoniosos ni altivos todo el tiempo; se enojan, quiebran, riñen, pelean (mejor dicho luchan), dañan, confrontan y pendejean. En otras palabras, no conozco un ayahuasquero que esté en modo chaman las 24/7. Un ayahuasquero consumado tiene sus arrebatos sinceramente humanos, y lo sabe, porque “al tiempo que mira al cielo, tiene los pies bien puestos sobre la tierra”, como escucho decir a la tradición Jahuanchi. Así, en términos de carácter y comportamiento, Calvo pintó algo que prácticamente no existe o es difícil de imaginar. El día que pintemos a un sabio ayahuasquero, con sus poderes al máximo y con sus errores y humores humanos, ese día habremos de retratar el chamanismo amazónico en su plenitud. Nos hace falta esta imagen.

Ojo, ojito, no estoy cuestionando los poderes de Ino Moxo que Calvo describe con profundidad y elocuencia poética (¡Me dio la sensación que todo el libro es un poema de más de 400 páginas!). Ojo, esas virtudes y poderes, tal cual las describe Calvo, son reales, dignas y merecidas, porque, como diría una de las mitades de Ino Moxo: “las cosas no son como son sino como lo que son”. 

Hasta aquí mi comentario. A continuación, calco algunas frases célebres del libro que vale el esfuerzo memorizar, por si acaso.

  • “El milagro está en los ojos que miran, no en lo mirado”.
  • “Icarar es devolverle, a las cosas los poderes que no les vinieron de natural en esta vida”. 
  • “Los ríos pueden existir sin agua, pero no sin orillas. Y esas son las orillas de Ino Moxo: sabiduría, fuerza y cariño”. 
  • “Las enfermedades no se curan con hierbas sino con alegría”. 
  • “El primer oficio del tiempo fue fabricar felicidad”. 
  • “Porque lo que es progreso para el blanco, para el indio es regreso”. 
  • “La verdad no es la verdad sino nuestra verdad”. 
  • “El ayawaskha es puerta, sí, pero no para huir sino para eternar”. 
  • “Hay lo que merecemos conocer y lo que merecemos ignorar… Todo es merecimiento”. 
  • “Y de solo pensar que aquellos genocidas eran hombres, hasta hoy, por momentos, me dan ganas de nacionalizarme culebra…”
  • “Los resentimientos y la cólera ayudan exclusivamente a acabar con la vida. La alegría es lo único que extiende la existencia”. 
  • “A nuestras medicinas, tal vez más que poderes, lo que les otorgamos es cariño”.

Donaldo Humberto Pinedo Macedo.

Quillabamba, martes 16 de julio de 2024.

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