El primer año festejamos tú, la primogénita y yo, con lo clásico y cursi: la rosita por la mañana y el te amo eterno; cerrábamos el día con la cenita light en un restaurante nice.
Ahora vamos los cuatro -pronto cinco- hacia la cacera de los anticuchos, donde los corazones hinchados de poemas y plegarias sí nutren.
¡Mis amores, así es ahora y así fue hace ocho años, vuestras sonrisas pagan las cuentas!
Comentarios
Publicar un comentario