¿Cuándo nos separamos de lo que siempre fuimos?
¿Cuándo nos deshicimos de la inocencia y por qué?
¿En qué momento interrumpimos la conexión con todo?
¿Cuándo dejamos de sentir la sabia del Universo en nuestro cuerpo?
¿Cuándo abandonamos el diálogo con lo Supremo?
¿Cuándo fue que desobedecimos con alevosía a nuestros creadores?
¿En qué momento desperdiciamos la oportunidad de la Conciencia Superior?
¿Cuándo el agua se convirtió en sangre, el fuego en furia, la tierra en lodo y el viento en lamento?
Con todo eso, sin fecha ni tiempo, sin culpa ni ayni, sin decir gracias ni dar plegarias, pero con la panza llena y el rostro satisfecho, seguimos chupando la teta de la Madre Tierra.
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