Algo más reposado, aunque sujetando el alma en cada incontrolable suspiro, escribo estas líneas. Hoy, se cumple ocho días de la partida corporal de Hugo Bonet Rodríguez, a quien, en mi trato cotidiano, le decía “Papuchinco”. Para algunos, “El profe” o “El Loco”, fue su maestro, su referente moral, su base ética, su inspiración, su consejero y formador. Para mí fue eso y más; fue mi padre. Y, como tal, lo disfruté en todas sus versiones. La conclusión que saco es que era un hombre genuino. ¿Qué quiere decir eso? Que decía lo que pensaba y que hacía lo que decía. Él, forjó una consecuencia inquebrantable entre el pensar, el decir y el hacer. Muy pocas personas llegan a ese nivel, especialmente las que están metidas en la política.
El resultado de esa personalidad genuina, era interpretado como locura, por ello le decían “El Loco Bonet”. Nunca fue un loco, simplemente no tenías el valor para aceptar su verdad, la cual llegaba a ti con la estridencia de un trueno y la revelación de un rayo. Te pareció loco, porque sabías que hacer lo que él hacía y decir lo que él decía no era posible en tu insignificancia. A un hombre genuino, no se le puede discutir, solo escuchar y desasnarse. A un hombre genuino, no hay porqué llorarlo, hay que imitarlo hasta las lágrimas, hasta las llagas, hasta las balas, hasta el sacrificio. Un hombre genuino, es un referente de vida, por eso nunca muere.
Yo recuerdo al Papuchin con alegría, pero hoy lloro, porque he decidido fervientemente seguir su ejemplo. En tu camino no hay “mierda” papito, se equivocan, esa era tu metáfora para los miedosos que se orinaban antes de enfrentarse a sí mismos y a los ojos del escenario. Mariquitas, ja, ja, ja. En tu camino no hay mierda ni wifas, que son distracciones, trucos sicológicos, muletillas de la vida. En tu camino, Papuchin, solo estaba tu discernimiento, tu capacidad de cambiar mis estupideces por sabiduría.
Así que Papuchin, hoy, en la Compañía de Jesús, en Casa de los Jesuitas, cuna de José María García García S.J., a quien respetabas –a los pocos curas y españoles que respetabas, ja, ja, ja–, honraremos tu partida corporal. Pero, nuevamente, este momento será un acto más, una escena, una representación que exigen los incautos, los asiduos al espectáculo, los que hilan telarañas de recuerdos, y nada más, porque, en el fondo, sabemos, tú y yo, que tu presencia está en cada uno de nosotros, que lates en cada corazón que has tocado, que hablas a través de nuestros labios, que levantas la voz de nuestros susurros y que nos invitas a luchar por nuestra propia autenticidad.
Y esa “chusma estúpida” a la que hacías tanta referencia, ahora entiendo quiénes son. Son los inconsecuentes, los imprudentes, las ovejas, los humildes, los “ari ari”, los que se rebajan por el salario público, los envueltos en codicia y deseo, los intransigentes, los irrespetuosos, los vende patria, los cobardes, los falsos, los hipócritas, los egoístas, los fanfarrones, los altaneros y cobardes. En otras palabras, Papuchin, hoy habrá mucha chusma estúpida en tu octava, ja, ja, ja. Y me incluyo.
El resultado de esa personalidad genuina, era interpretado como locura, por ello le decían “El Loco Bonet”. Nunca fue un loco, simplemente no tenías el valor para aceptar su verdad, la cual llegaba a ti con la estridencia de un trueno y la revelación de un rayo. Te pareció loco, porque sabías que hacer lo que él hacía y decir lo que él decía no era posible en tu insignificancia. A un hombre genuino, no se le puede discutir, solo escuchar y desasnarse. A un hombre genuino, no hay porqué llorarlo, hay que imitarlo hasta las lágrimas, hasta las llagas, hasta las balas, hasta el sacrificio. Un hombre genuino, es un referente de vida, por eso nunca muere.
Yo recuerdo al Papuchin con alegría, pero hoy lloro, porque he decidido fervientemente seguir su ejemplo. En tu camino no hay “mierda” papito, se equivocan, esa era tu metáfora para los miedosos que se orinaban antes de enfrentarse a sí mismos y a los ojos del escenario. Mariquitas, ja, ja, ja. En tu camino no hay mierda ni wifas, que son distracciones, trucos sicológicos, muletillas de la vida. En tu camino, Papuchin, solo estaba tu discernimiento, tu capacidad de cambiar mis estupideces por sabiduría.
Así que Papuchin, hoy, en la Compañía de Jesús, en Casa de los Jesuitas, cuna de José María García García S.J., a quien respetabas –a los pocos curas y españoles que respetabas, ja, ja, ja–, honraremos tu partida corporal. Pero, nuevamente, este momento será un acto más, una escena, una representación que exigen los incautos, los asiduos al espectáculo, los que hilan telarañas de recuerdos, y nada más, porque, en el fondo, sabemos, tú y yo, que tu presencia está en cada uno de nosotros, que lates en cada corazón que has tocado, que hablas a través de nuestros labios, que levantas la voz de nuestros susurros y que nos invitas a luchar por nuestra propia autenticidad.
Y esa “chusma estúpida” a la que hacías tanta referencia, ahora entiendo quiénes son. Son los inconsecuentes, los imprudentes, las ovejas, los humildes, los “ari ari”, los que se rebajan por el salario público, los envueltos en codicia y deseo, los intransigentes, los irrespetuosos, los vende patria, los cobardes, los falsos, los hipócritas, los egoístas, los fanfarrones, los altaneros y cobardes. En otras palabras, Papuchin, hoy habrá mucha chusma estúpida en tu octava, ja, ja, ja. Y me incluyo.
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