Plantear que la protesta indígena incluye experiencias de ocio es completamente controversial, pero no estaría tan jalado de los pelos. Exploremos.
La experiencia del ocio es una actividad que se realiza con interés, entusiasmo y concentración plena, por lo tanto, genera momentos de diversión, entretenimiento y confraternidad. Elegir un momento de ocio es cuestión de libertad, es decir, yo elijo hacer lo que quiero en el momento que quiero. Además, la experiencia del ocio es revitalizante en sí misma, más allá de los objetivos.
Entonces ¿La protesta indígena sería una experiencia de ocio? No, no tanto. Más bien, considero que durante la protesta el indígena amazónico experimenta momentos de ocio, a saber: en los viajes de traslado, en los preparativos (vestimenta y pintura corporal), en los plantones y movilizaciones, en el compartir de la olla común y, en el griterío y la confrontación.
Vamos por partes. Primero, para el indígena, viajar es una experiencia enriquecedora: se distrae y conoce, por eso no la desaprovecha. Cualquier excusa es buena para viajar. Segundo, prepararse para protestar quiere decir ponerse la cushma, llevar las flechas y arcos, recolectar palos y lanzas, y pintarse el cuerpo y la cara. Son momentos de confraternidad comunal. Nadie desaprovecha para salir a las calles vestido y pintado como un "guerrero" indígena. Tercero, los plantones y movilizaciones combinan momentos de caminata, griterío, discurso y espera. Son momentos de éxtasis y quietud, de euforia y reflexión. El indígena transita en estas circunstancias a veces con alegría, diversión y serenidad, y otras con firmeza, éxtasis y seriedad. Es un placer --y un riesgo-- estar en medio de la protesta. Cuarto, la olla común es la extensión del compartir, la solidaridad y la confraternidad comunal; es la muestra plausible del comunitarismo. El indígena amazónico no desaprovecha la oportunidad de recibir y compartir bienes, sentimientos, afectos y solidaridades. Quinto, la confrontación genera éxtasis (a uno "se le sube la bilirrubina"). El indígena se altera, grita, sacude sus flechas, corre, regresa y ríe de la posible tragedia. Canta victoria y aviva cuando toma un local. Salta en grupo, va y viene, a veces alterado, a veces efusivo; parece un hincha festejando un gol.
Desde luego, el momento de algarabía, entusiasmo, diversión, éxtasis y compromiso, se acaba cuando la confrontación pasa a la violencia. Aquí toma lugar el terror, la revancha y la tragedia.
En conclusión, al interior de toda protesta también se pueden experimentar momentos de ocio. Así, el indígena amazónico elige en qué momento protestar, elige viajar para protestar, elige agruparse para compartir y elige confrontar un ideal. Todas estas elecciones tienen que ver con la manera en que el indígena amazónico ejerce el ocio.
Pd. El hecho que una protesta incluya momentos de ocio, no quiere decir que se desvirtúen o relajen sus ideales y objetivos. Ojo.
Donaldo Humberto Pinedo Macedo
Cusco, 15 de diciembre de 2022.
Crédito de las fotos: Foto de encabezado, SAXVI, 12 de diciembre de 2022; foto final, ORPIO, 15 de diciembre de 2022.
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