Comentario al cortometraje dirigido por Lucía Flórez y producido por la SPDA y el ECA Amarakaeri
“Chamán” no es un nombre, ni siquiera es una palabra harakbut. Es una chapa o un seudónimo que utiliza Julio Yuri Yagar para presentarse ante el "amiko", el extraño, el mestizo. En efecto, cuando lo conocí, el año pasado, se presentó a sí mismo como “Chamán”. Julio sabía que hablaba con un amiko. Julio sabe, por una larga experiencia de contacto, que la mejor forma de presentarse ante el mestizo es con su “marca Perú”, porque así puede vender su cultura con mayor facilidad.
¿Conocemos a Julio Yuri Yagar, sinceramente? Me parece que el valor del corto-documental es mostrarlo tal cual. Julio es un anciano cálido y cándido; fluye y transcurre en el devenir del tiempo. Sabe y comprende a la gente, a cualquier tipo de gente (misioneros, antropólogos, madereros, narcos, ingenieros, conservacionistas, burócratas, políticos, etc.). Julio Yuri, es una persona que ha sabido vincularse con el tiempo. Su carácter y su forma de ser han trascendido a la mediocre postura del “genocidio cultural”.
La pregunta cae por su propio peso ¿La gente harakbut ha desaparecido luego del contacto con los misioneros dominicos? Hay una honda anticlerical bastante hipócrita. Gracias a los puestos de Misión, la gente harakbut de hoy en día tiene honor, libertad, integridad y autonomía. Además, esta honda secular que pregona el genocidio no sólo es hipócrita, sino que es falsa: la prueba palpable es la presencia de Julio Yuri Yagar, como “Chamán” o como fuera. Y Yuri reluce cuando camina y habla con su hijo, cuando su gente lanza una flecha, cuando el misionero le regala un libro, cuando filtra un padrenuestro apurado en el bote o cuando amaga la lluvia con sus cantos mágicos.
Entonces, el cortometraje “Chamán” resulta contradictorio por dos razones. La primera, ninguna honda secular conservacionista --de la cultura y del ambiente-- converge con la versatilidad de la ideología indígena amazónica. Hablaré claro: el indígena no quiere ser conservado, al contrario, quiere todas las herramientas disponibles para fluir en la modernidad. La segunda, el corto ofrece, de entradita, una perspectiva trágica del contacto de los harakbut con los misioneros dominicos, pero muestra a un Julio Yuri vital, activo, espontáneo, versátil, fluido, dúctil y abierto.
Para finalizar, considero que hay una gran distancia entre lo que quería mostrar la SPDA y el ECA Amarakaeri sobre Julio Yuri y lo que el propio Julio Yuri quiso decir de sí mismo. Julio Yuri, frente a las cámaras, fue él: espontáneo, natural, servicial, cálido, gracioso, hablador y envolvente. Julio Yuri es un ser intercultural sublime; posee una ductilidad nivel Dios. Y todas estas características marcan, precisamente, la distancia entre Yuri y “Chamán”, entre Yuri y los dirigentes harakbut, entre Yuri y los misioneros, entre Yuri y los conservacionistas, entre Yuri y los antropólogos, entre Yuri y el Ministerio de Cultura, entre Yuri y la modernidad.
Puedes ver el cortometraje en: https://fb.watch/m1p5KkGij_/
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