Comentario al cuento de Luis Salazar Orsi (1993/2023), publicado por la Casa de la Literatura Peruana
Alerta de spoiler: antes de leer este comentario, sugiero que leas el cuento, es corto y está disponible en: https://bit.ly/3KGR6Ut
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¿Quién es el yatmandú? ¿Qué es el yatmandú? Para empezar, la palabra fue inventada por el autor y no tiene relación con ninguna cultura indígena amazónica. Es más, yatmandú se parece a Katmandú, la capital de Nepal (https://fb.watch/jWUZV5LFsF/, minuto 28:26). Pienso que Salazar inventó un nombre, nada relacionado a la Amazonía, para recrear, con total libertad, un personaje infame. Así, nadie se vería aludido.
Entonces ¿Quién es el yatmandú o qué es el yatmandú? En el relato, es un ser o una entidad amorfa (o tiene una forma desconocida). César Chujutalli, el artista que ilustró el cuento, le dio un aspecto ambiguo y esencialmente oscuro. Sin embargo, el yatmandú se comunica con un lenguaje coloquial. Se dirige a los demás como si fuera un amigo de toda la vida, cuando es, en realidad, totalmente ajeno y peligroso. El yatmandú, entonces, habla y actúa, pero no tiene cuerpo ni forma, a diferencia de los demás personajes del cuento. Salazar, dejó al yatmandú en el terreno de “La Nada” de Michael Ende, el autor de “La historia sin fin” (1979).
Aunque incorpóreo, el yatmandú es avaro, goloso, voraz, sinvergüenza, asesino, insensible y destructor. Debora chacras y crías, derriba árboles, envenena ríos. A su paso deja una estela de desolación. Estoy tentado a darle rostro al yatmandú, especialmente ahora que vivimos en la era de las industrias extractivas (petróleo, gas, oro aluvial, madera, etc.), de la ganadería extensiva, de la agricultura de monocultivos y de los crímenes contra los defensores de la naturaleza. Hoy por hoy, el yatmandú tendría varios rostros, pero supongo que el ejercicio —y la propuesta del autor— es que cada quien haga sus propias asociaciones.
El yatmandú ¿Una entidad incorpórea que habla y se comunica? Suena jalado de los pelos, considerando que la gente amazónica, especialmente la indígena, está acostumbrada a relacionar una voz, un comportamiento y un valor moral con una humanidad reconocible. La gente quiere ver una envoltura —una “carapa”— detrás de toda idea, palabra o acción. Por eso, considero que el yatmandú, más que un personaje, es una metáfora. Representa los antivalores humanos más densos.
Pero ¿Cómo responden las humanidades del cuento —el majás, la charapa, el hombre, el yangunturo y el ninacuro— al ser atravesadas por las acciones del infame yatmandú? Responden con la ley del talión, ojo por ojo, diente por diente. Las humanidades, colisionadas por la pérdida, deciden quemar al yatmandú. Fuego con fuego. Ahora me parece que Salazar fue prudente al no darle forma ni nombre conocido al yatmandú. Así evitó cualquier asociación y el consecuente señalamiento a quema ropa. Ahora lo comprendo, Salazar no quería encender los maderos de la venganza.
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