Comentario al libro de Karen Abregú Esteban (2019)
Conozco de cerca a los sharanahua, pero no a los del Purús, como es el caso de la autora, sino a los del río Mishagua. Y aunque llevo tiempo con ellos, nunca había escuchado las historias de este libro. Será porque mi relación con los shara es de otro tipo, ya que, evidentemente, se requiere un grado de confianza para obtener estos saberes. La autora, ha logrado tener ese privilegio.
Otro mérito del libro son las historias en sí. Se trata de relatos de origen y de procesos históricos que dieron forma a la humanidad sharanahua que, intrínsecamente, está ligada o procede de otras humanidades (los otros seres con quienes interactúa y convive). Precisamente, las grandes lecciones de este libro son los quiebres y sutilezas del pensamiento y la lógica sharanahua, últimas que se construyen a través de recursos comparativos, metafóricos, simbólicos, analógicos y disruptivos que, para nosotros, pueden sonar contradictorios, inexplicables, ilógicos, excéntricos, irreales e, incluso, inhumanos.
Se habla, por ejemplo, del origen de los sharanahua, de la menstruación, de la vejez, de los secuestros, de los viajes, de las uniones interespecies, de la mezquindad como antivalor (tema recurrente en los Pano), de la mala suerte, de la ayahuasca (otra práctica recurrente de los Pano), de la guerra, de la caza, de la vida en familia, del control de la natalidad, del infanticidio, de las relaciones sexuales, del nacimiento y de la muerte. Todo un repertorio.
No sé si el libro o su contenido sea sagrado para los sharanahuas, como la Biblia para los cristianos o el Corán para los musulmanes, pero sí es revelador para conocer la estructura del pensamiento de una sociedad de tradición nómada.
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